miércoles, 17 de octubre de 2012

DE LA ARISTOCRACIA A LA DEMOCRACIA EN LA ATENAS CLÁSICA, el camino inverso A LA HEGEMONÍA “NEOLIBERAL”




DE LA ARISTOCRACIA A LA DEMOCRACIA EN LA ATENAS CLÁSICA, el camino inverso A LA HEGEMONÍA “NEOLIBERAL”

La democracia ateniense fue objeto de los primeros reformadores de la Independencia norteamericana en su Declaración de los Derechos del Hombre y de la Revolución Francesa. Posteriormente fueron estudiados por otros autores, muy particularmente por socialistas como Marx o su inseparable compañero Federico Engels en su conocida obra: “El Origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado”. También han llamado la atención a autores contemporáneos como  G. Glotz,  A. Aymar; P. Lévêque, E.Will, P. Goukowski o el propio Claude Mossé, cuya obra Atenas historia de una democracia, inspira esta nota.





El Demos ateniense triunfó frente a sus rivales en el siglo V a. C. Todo comenzó con una historia de celos. Hiparco, hijo de Pisístrato y tirano de Atenas, se enamoró del bello Harmodio, quien sin embargo y para su desesperación, lo rechaza. Hiparco, por su parte y para vengarse humilló a la hermana de Harmodio y éste, ayudado por su amante Aristogitón, preparó el tiranicidio. Los tiranicidas fueron aclamados como héroes por la asamblea y comenzó el proceso que llevó a la democracia ateniense. De hecho, poco después, en el año 510 a de C. una intervención de Esparta, puso fin a la época de la Tiranía en Grecia. 

Esta época terminó porque el sistema de lucha y ejecución del poder por parte de fracciones de la aristocracia demostró su insuficiencia para mantener el sistema socioeconómico de Atenas. Clístenes fue el reformador que otorgó un papel determinante al Demos ateniense, cuando, como cuenta Heródoto, este aristócrata decide apoyarse en el pueblo para llevar a cabo su “revolución”. Clístenes , reorganizó el territorio del Ática, dividiéndolo en 10 nuevas tribus que sustituían a las cuatro anteriores e integrando en ellos a los extranjeros, eliminando así mucha de las identidades étnicas, causas de las anteriores pugnas. Pero Clístenes remodela el espacio cívico, apoyándose para ello en el demos, sobre un proyecto pensado de antemano, siguiendo criterios pitagóricos o milesios, ordenó el territorio creando realmente la ciudad-estado-nación que iba a ser capaz de enfrentarse a los persas en las guerras médicas. Los miembros de cada una de las 10 tribus (que contarían con unas 8.000 personas, divididos en las cuatro clases establecidas por Solón, según su nivel de rentas), designarían a cincuenta diputados o representantes, que enviaba al Consejo o Bulé de los Quinientos, órgano esencial de la democracia ateniense. Lo que daba un representante por cada 150/160 miembros. Un sistema altamente representativo, que unía lo territorial con lo social.(En la actualidad tenemos un Congreso, cámara social y el Senado, pretendida cámara territorial que duplica los gastos y nadie sabe bien para qué sirve, excepto para aumentar los gastos, por no hablar de las Diputaciones…)

La Bulé era el órgano esencial de la democracia ateniense, preparaba el orden del día de las Asambleas y redactaba las propuestas de decreto que habrían de debatirse en ella. Además era el Alto Tribunal de Justicia, con lo que se trabajaba mucho y se ahorraban instancias intermedias (Que es lo que no sucede ahora). Pero Clístenes introdujo una reforma fundamental, al proclamar semejantes (casi iguales) a todos los ciudadanos, ante la ley. Los atenienses, no se distinguían por su genitivo de su padre, sino por su demos de origen. Todo ello creó una especie de Constitución y las condiciones efectivas para una relativa “soberanía popular”, no teocrática ni patriarcal.

A Clístenes se le atribuyen también otras leyes fundamentales como la del ostracismo, que condenaba a quien abogara o hiciera apología de la tiranía a un exilio temporal, fijado en principio en diez años. Esta ley, que se votaba a mano alzada en la Asamblea, otorgaba al demos un gran poder, aunque, todo hay que decirlo, también tenía sus peligros en su abuso. Casi todos los hombres políticos atenienses fueron sometidos a votaciones de este tipo, lo que les prevenía de realizar determinados actos de corrupción.
En el año 501/500 a d. C. se organizó el colegio de los 10 estrategos, uno por cada tribu, que habrían de ir adquiriendo en el transcurso de los diferentes conflictos bélicos en los que se viera inmersa Atenas en del siglo IV,  singularmente las guerras Médicas y del Peloponeso, un papel relevante. En el 490, los persas tomaron la estratégica ciudad de Eubea, lo que amenazaba directamente y el estratego ateniense Milcíades, reclamó la ayuda espartana frente al peligro, olvidando viejas rencillas frente al enemigo común. Sin embargo, antes de que llegaran los espartanos, un ejército de Atenas se enfrentó y derrotó a los persas en la conocida batalla de Maratón. Pero Milcíades, excitado por el éxito, organizó un contraataque frente a los Persas por la isla de Paros, siendo allí derrotado, lo que le supuso una multa “por exceso de entusiasmo” que la asamblea ateniense le propinó, obligándole a restituir la suma de cincuenta talentos (Un Talento = 6.000 dracmas)

A Milcíades le sucedió en el liderazgo en el 483, esta vez desde el Arcontado, Temístocles. Coincidió su arcontado con el descubrimiento de las minas de plata de Maronea, en Laurión, que en aquel año reportaron 100 talentos, 600.000 dracmas. Y Temístocles, Podría haberse quedado con el dinero, como hacen ahora “los mercados” o acuñar moneda y acrecentar así la inflación pero, sin embargo, a pesar de su origen aristocrático, propuso y obtuvo una solución armamentística y keynesiana que se invirtieran en la construcción de una flota de cien nuevas galeras, repartiendo los 100 talentos a razón de uno por otros tantos armadores. Lo que fue un gran revulsivo para la economía productiva de Atenas. 

Así Atenas estaba bastante preparada para la guerra cuando Jerjes, emperador Persa, emprendió su campaña contra los griegos. (Aquí se puede mencionar el conocido episodio de la defensa del desfiladero de las Termópilas por los 300 soldados espartanos bajo el mando de Leónidas, puesto de moda por la reciente película de Hollywood) y la posterior Batalla de Salamina que se desarrolló el 22 de septiembre de 480 con la derrota de las tropas del rey Jerges a manos de los griegos, y bajo la dirección de los atenienses. Atenas resultó así fortalecida por las guerras ya que habían sido sus estrategos quienes habían liderado la resistencia y la victoria frente a los persas y constituyeron bajo su hegemonía la Liga de Delos, que unía a Atenas con algunas ciudades Jónicas del Asia menor.
En Atenas, los estrategos habían alcanzado gran poder de la mano de su prestigio militar, sin embargo la reforma citada de Clístenes que les obligaba a rendir cuentasante el demos y la Asamblea General de todos los ciudadanos de Atenas o Ekklesia (Hay que ver en que se ha convertido esta noble palabra, sí Iglesia, en griego antiguo es igual a Asamblea General, señor Rouco Varela, ese lugar donde los jóvenes se “desmoralizan”, según usted), otorgó a esa Asamblea un gran poder para controlar a los Estrategos.

Por otro lado se produjeron transformaciones sociales favorecidas por el desarrollo de las actividades mercantiles y comerciales ligadas al florecimiento del puerto de El Pireo. El surgimiento de nuevas clases desligadas de la aristocracia terrateniente tradicional. Cimón y Efialto se scedieron en el Arcontado. Un joven Pericles, bajo la sombra de éste último, fue el encargado de la acusación de ostracismo frente a Cimón en el 464. Esta labor de fiscal denunciante fue el origen de una carrera política de mas de un cuarto de siglo . En el primer tercio del siglo V a de C. la Asamblea se había convertido en la soberana en Atenas. Pero era una asamblea restringida a los ciudadanos varones libres, es decir los hombres nacidos en el Ática, no así los nacidos en el extranjero o las mujeres.
La asamblea se reunía más de cuarenta veces al año, cada semana y media aproximadamente, al aire libre, con vistas al mercado y a la Acrópolis. La asistencia media era de 6.000 ciudadanos atenienses, aunque llegaron a reunirse hasta 40.000 atenienses en ocasiones como la guerra del Peloponeso. Cualquier decisión estratégica que se tomase tenía que proponerse, analizarse y debatirse en la Asamblea abiertamente frente a miles de personas, aprobándose los acuerdos por mayoría cada detalle de cada propuesta. El Consejo de los Quinientos, elegido por sorteo entre todos los ciudadanos, preparaba las cuentas que sometía a la asamblea, subordinándose al conjunto mayor. En tiempo de guerra la Asamblea elegía diez generales para dirigir el ejército y la flota. El conjunto de los diez generales no formaban un gobierno, pero si uno de ellos destacaba, era de facto el líder de los Atenienses. Así sucedió con Cimón  entre 479 y 462, durante 17 años, en los que cada año fue electo general y persuadió a la asamblea para las políticas internas y exteriores. Le sucedió Pericles a quien Tucídides lo presenta como “el hombre más destacado en Atenas en aquella época”. Durante tres décadas ocupó el cargo de general, pero nunca tuvo más poder que el resto de los generales ni trató de alterar la Constitución. Estaba sujeto al escrutinio y requería el voto de la asamblea para emprender cualquier decisión importante. 

En cuanto a la financiación de la política existía la mistoforia, una institución para la retribución de las funciones políticas, una especie de dieta única que retribuía a los pobres su asistencia a las asambleas y a las magistraturas públicas sin temor a perder una jornada de trabajo, pero esto no significaba profesionalización, sino que garantizaba que todo el mundo podía participar. Este era uno de los rasgos más definitorios del régimen democrático ateniense.

Por último, a Pericles, le gustaba rodearse no de aduladores sino de hombres sabios. En su juventud fue discípulo de Zenón de Elea y de Anaxágoras. Del primero aprendió  la línea del razonamiento y la sutileza del discurso, del segundo, la idea de que cualquier fenómeno es explicable, que existen nexos lógicos entre los hechos y que la dirección de la ciudad, la conducción de la guerra, no son efectos del azar ni del impulso momentáneo, sino fruto de una larga reflexión. 

A Pericles se le opuso un tal Tucídides (no el conocido historiador) sino un populista, que tenía una concepción diferente del régimen político de la ciudad. Es el representante de que Plutarco llama los kaloi Kagatoi, lo que traduciríamos por “la gente bien”, que por fin toma conciencia de que la democracia lleva en sí misma la ruina de su tradicional preponderancia. Estos reaccionaron cuando por ejemplo un curtidor llamado Cleón llegó a la mas alta Magistratura, al Arcontado. No era la democracia ateniense una democracia perfecta. A fines del siglo V los ciudadanos libres de Atenas (incluidos mujeres y niños eran unos 90.000 frente a 65.000 esclavos de ambos sexos y unos 45.000 inmigrantes y libertos (los actuales sin papeles, invisibles pero que ahí están ya no como fuerza de trabajo, sino como bolsa de semiesclavos sin derechos, estatuto jurídico al que quieren asimilarnos a la gran mayoría, las políticas neoliberales).

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