DE LA ARISTOCRACIA A LA DEMOCRACIA EN LA ATENAS
CLÁSICA, el camino inverso A LA HEGEMONÍA “NEOLIBERAL”
La democracia
ateniense fue objeto de los primeros reformadores de la Independencia
norteamericana en su Declaración de los Derechos del Hombre y de la Revolución
Francesa. Posteriormente fueron estudiados por otros autores, muy
particularmente por socialistas como Marx o su inseparable compañero Federico
Engels en su conocida obra: “El Origen de
la familia, de la propiedad privada y del Estado”. También han llamado la
atención a autores contemporáneos como
G. Glotz, A. Aymar; P. Lévêque, E.Will,
P. Goukowski o el propio Claude Mossé, cuya obra Atenas historia de una
democracia, inspira esta nota.
El Demos ateniense
triunfó frente a sus rivales en el siglo V a. C. Todo comenzó con una historia
de celos. Hiparco, hijo de Pisístrato y tirano de Atenas, se enamoró del bello
Harmodio, quien sin embargo y para su desesperación, lo rechaza. Hiparco, por
su parte y para vengarse humilló a la hermana de Harmodio y éste, ayudado por
su amante Aristogitón, preparó el tiranicidio. Los tiranicidas fueron aclamados
como héroes por la asamblea y comenzó el proceso que llevó a la democracia
ateniense. De hecho, poco después, en el año 510 a de C. una intervención de
Esparta, puso fin a la época de la Tiranía en Grecia.
Esta época terminó
porque el sistema de lucha y ejecución del poder por parte de fracciones de la
aristocracia demostró su insuficiencia para mantener el sistema socioeconómico
de Atenas. Clístenes fue el reformador que otorgó un papel determinante al
Demos ateniense, cuando, como cuenta Heródoto, este aristócrata decide apoyarse
en el pueblo para llevar a cabo su “revolución”. Clístenes , reorganizó el
territorio del Ática, dividiéndolo en 10 nuevas tribus que sustituían a las
cuatro anteriores e integrando en ellos a los extranjeros, eliminando así mucha
de las identidades étnicas, causas de las anteriores pugnas. Pero Clístenes
remodela el espacio cívico, apoyándose para ello en el demos, sobre un proyecto
pensado de antemano, siguiendo criterios pitagóricos o milesios, ordenó el
territorio creando realmente la ciudad-estado-nación que iba a ser capaz de
enfrentarse a los persas en las guerras médicas. Los miembros de cada una de las
10 tribus (que contarían con unas 8.000 personas, divididos en las cuatro
clases establecidas por Solón, según su nivel de rentas), designarían a
cincuenta diputados o representantes, que enviaba al Consejo o Bulé de los Quinientos, órgano
esencial de la democracia ateniense. Lo que daba un representante por cada
150/160 miembros. Un sistema altamente representativo, que unía lo territorial
con lo social.(En la actualidad tenemos un Congreso, cámara social y el Senado,
pretendida cámara territorial que duplica los gastos y nadie sabe bien para qué
sirve, excepto para aumentar los gastos, por no hablar de las Diputaciones…)
La
Bulé
era el órgano esencial de la democracia ateniense, preparaba el orden del día
de las Asambleas y redactaba las propuestas de decreto que habrían de debatirse
en ella. Además era el Alto Tribunal de Justicia, con lo que se trabajaba mucho
y se ahorraban instancias intermedias (Que es lo que no sucede ahora). Pero
Clístenes introdujo una reforma fundamental, al proclamar semejantes (casi
iguales) a todos los ciudadanos, ante la ley. Los atenienses, no se distinguían
por su genitivo de su padre, sino por su demos de origen. Todo ello creó una
especie de Constitución y las condiciones efectivas para una relativa
“soberanía popular”, no teocrática ni patriarcal.
A Clístenes se le
atribuyen también otras leyes fundamentales como la del ostracismo, que condenaba a quien abogara o hiciera apología de la
tiranía a un exilio temporal, fijado en principio en diez años. Esta ley, que
se votaba a mano alzada en la Asamblea, otorgaba al demos un gran poder,
aunque, todo hay que decirlo, también tenía sus peligros en su abuso. Casi
todos los hombres políticos atenienses fueron sometidos a votaciones de este
tipo, lo que les prevenía de realizar determinados actos de corrupción.
En el año 501/500
a d. C. se organizó el colegio de los 10 estrategos, uno por cada tribu, que
habrían de ir adquiriendo en el transcurso de los diferentes conflictos bélicos
en los que se viera inmersa Atenas en del siglo IV, singularmente las guerras Médicas y del
Peloponeso, un papel relevante. En el 490, los persas tomaron la estratégica
ciudad de Eubea, lo que amenazaba directamente y el estratego ateniense
Milcíades, reclamó la ayuda espartana frente al peligro, olvidando viejas
rencillas frente al enemigo común. Sin embargo, antes de que llegaran los
espartanos, un ejército de Atenas se enfrentó y derrotó a los persas en la
conocida batalla de Maratón. Pero Milcíades, excitado por el éxito, organizó un
contraataque frente a los Persas por la isla de Paros, siendo allí derrotado,
lo que le supuso una multa “por exceso de entusiasmo” que la asamblea ateniense
le propinó, obligándole a restituir la suma de cincuenta talentos (Un Talento =
6.000 dracmas)
A Milcíades le sucedió
en el liderazgo en el 483, esta vez desde el Arcontado, Temístocles. Coincidió
su arcontado con el descubrimiento de las minas de plata de Maronea, en
Laurión, que en aquel año reportaron 100 talentos, 600.000 dracmas. Y
Temístocles, Podría haberse quedado con el dinero, como hacen ahora “los
mercados” o acuñar moneda y acrecentar así la inflación pero, sin embargo, a
pesar de su origen aristocrático, propuso y obtuvo una solución armamentística
y keynesiana que se invirtieran en la construcción de una flota de cien nuevas
galeras, repartiendo los 100 talentos a razón de uno por otros tantos
armadores. Lo que fue un gran revulsivo para la economía productiva de Atenas.
Así Atenas estaba
bastante preparada para la guerra cuando Jerjes, emperador Persa, emprendió su
campaña contra los griegos. (Aquí se puede mencionar el conocido episodio de la
defensa del desfiladero de las Termópilas por los 300 soldados espartanos bajo el mando de Leónidas, puesto de
moda por la reciente película de Hollywood) y la posterior Batalla de Salamina que se desarrolló el 22 de septiembre de 480
con la derrota de las tropas del rey Jerges a manos de los griegos, y bajo la
dirección de los atenienses. Atenas resultó así fortalecida por las guerras ya
que habían sido sus estrategos quienes habían liderado la resistencia y la
victoria frente a los persas y constituyeron bajo su hegemonía la Liga de
Delos, que unía a Atenas con algunas ciudades Jónicas del Asia menor.
En Atenas, los
estrategos habían alcanzado gran poder de la mano de su prestigio militar, sin
embargo la reforma citada de Clístenes que les obligaba a rendir cuentasante el
demos y la Asamblea General de todos los ciudadanos de Atenas o Ekklesia (Hay
que ver en que se ha convertido esta noble palabra, sí Iglesia, en griego antiguo es igual a Asamblea General, señor Rouco Varela, ese lugar donde los jóvenes
se “desmoralizan”, según usted),
otorgó a esa Asamblea un gran poder para controlar a los Estrategos.
Por otro lado se
produjeron transformaciones sociales favorecidas por el desarrollo de las
actividades mercantiles y comerciales ligadas al florecimiento del puerto de El
Pireo. El surgimiento de nuevas clases desligadas de la aristocracia
terrateniente tradicional. Cimón y Efialto se scedieron en el Arcontado. Un joven
Pericles, bajo la sombra de éste último, fue el encargado de la acusación de
ostracismo frente a Cimón en el 464. Esta labor de fiscal denunciante fue el origen
de una carrera política de mas de un cuarto de siglo . En el primer tercio del
siglo V a de C. la Asamblea se había convertido en la soberana en Atenas. Pero
era una asamblea restringida a los ciudadanos varones libres, es decir los
hombres nacidos en el Ática, no así los nacidos en el extranjero o las mujeres.
La asamblea se
reunía más de cuarenta veces al año, cada semana y media aproximadamente, al
aire libre, con vistas al mercado y a la Acrópolis. La asistencia media era de
6.000 ciudadanos atenienses, aunque llegaron a reunirse hasta 40.000 atenienses
en ocasiones como la guerra del Peloponeso. Cualquier decisión estratégica que
se tomase tenía que proponerse, analizarse y debatirse en la Asamblea
abiertamente frente a miles de personas, aprobándose los acuerdos por mayoría
cada detalle de cada propuesta. El Consejo de los Quinientos, elegido por
sorteo entre todos los ciudadanos, preparaba las cuentas que sometía a la
asamblea, subordinándose al conjunto mayor. En tiempo de guerra la Asamblea
elegía diez generales para dirigir el ejército y la flota. El conjunto de los
diez generales no formaban un gobierno, pero si uno de ellos destacaba, era de
facto el líder de los Atenienses. Así sucedió con Cimón entre 479 y 462, durante 17 años, en los que
cada año fue electo general y persuadió a la asamblea para las políticas
internas y exteriores. Le sucedió Pericles a quien Tucídides lo presenta como
“el hombre más destacado en Atenas en aquella época”. Durante tres décadas
ocupó el cargo de general, pero nunca tuvo más poder que el resto de los
generales ni trató de alterar la Constitución. Estaba sujeto al escrutinio y
requería el voto de la asamblea para emprender cualquier decisión importante.
En cuanto a la
financiación de la política existía la mistoforia,
una institución para la retribución de las funciones políticas, una especie de dieta única que retribuía a los pobres
su asistencia a las asambleas y a las magistraturas públicas sin temor a perder
una jornada de trabajo, pero esto no significaba profesionalización, sino que
garantizaba que todo el mundo podía participar. Este era uno de los rasgos más
definitorios del régimen democrático ateniense.
Por último, a Pericles, le gustaba rodearse no
de aduladores sino de hombres sabios. En su juventud fue discípulo de Zenón de
Elea y de Anaxágoras. Del primero aprendió
la línea del razonamiento y la sutileza del discurso, del segundo, la
idea de que cualquier fenómeno es explicable, que existen nexos lógicos entre
los hechos y que la dirección de la ciudad, la conducción de la guerra, no son
efectos del azar ni del impulso momentáneo, sino fruto de una larga reflexión.
A Pericles se le
opuso un tal Tucídides (no el conocido historiador) sino un populista, que
tenía una concepción diferente del régimen político de la ciudad. Es el
representante de que Plutarco llama los kaloi
Kagatoi, lo que traduciríamos por “la gente bien”, que por fin toma
conciencia de que la democracia lleva en sí misma la ruina de su tradicional
preponderancia. Estos reaccionaron cuando por ejemplo un curtidor llamado Cleón
llegó a la mas alta Magistratura, al Arcontado. No era la democracia ateniense
una democracia perfecta. A fines del siglo V los ciudadanos libres de Atenas
(incluidos mujeres y niños eran unos 90.000 frente a 65.000 esclavos de ambos
sexos y unos 45.000 inmigrantes y libertos (los actuales sin papeles, invisibles
pero que ahí están ya no como fuerza de trabajo, sino como bolsa de
semiesclavos sin derechos, estatuto jurídico al que quieren asimilarnos a la
gran mayoría, las políticas neoliberales).
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