Cuenta don Francisco Umbral en su Crónica de esa guapa gente que “Don Luis Finat y Escrivá de Romaní, [Conde de Mayalde y alcalde de Madrid en los 60], menudo y afable, minutísimo y sonriente, era un fascista que no dudó lo parecía, es lo que tiene. Una vez llegó al Ayuntamiento sin desayunar, porque tenía prisa, y pidió que le subieran un desayuno del bar de abajo. Entre el sumiller y el tío del bar se montaron una curiosa industria, de modo que el bar pasaba una cuenta mensual por los desayunos del señor alcalde, y el Consistorio pagaba. El alcalde, que sólo una vez en su vida había desayunado del presupuesto, no se enteró nunca de este negocio con beneficio a medias… “
El tráfico de influencias no lo ha inventado el
socialfelipismo ni el PP plasma-falangista de ahora…va con un sistema antiguo
que algunos se empeñan en mantener: el abuso del poder. Para contrarrestar ese
abuso descarado del poder, que hace que alguien se vaya de rositas tras, un “he
cometido un error, me han engañado. Fin de la cita”, el pueblo debe tomar
conciencia de que todo el poder emana de él. Y, cuando las instituciones
democráticas que deben hacer que ese poder pase de virtual a real, no lo hacen,
el pueblo tiene el derecho de acabar con la Tiranía…y eso desde Santo Tomás de
Aquino, que había leído a los clásicos.
No es hora de levantar muros sectarios y cainitas, es tiempo
de unirse para volver a los principios básicos, de que los modelos ciudadanos
deben ser: la honradez, la solidaridad, la igualdad ante la ley, la
preservación del bien común, la transparencia en la gestión de los asuntos
públicos, el mantenimiento de los sistemas públicos de protección a los
desprotegidos, de la educación, de la sanidad, de los servicios sociales. Y,
para eso, claro que habrá que arrumbar las barreras y los obstáculos que lo
impiden: los intereses financieros y de clase de unos pocos.
Las clases trabajadoras y los ciudadanos debemos tomar
conciencia de que la corrupción mina el concepto mismo de ciudadanía.No son
casos aislados. Hay corrupción descarada en Italia y en Bulgaria el gobierno ha
tenido que dimitir en bloque. Y hay una corrupción sistémica en el corazón de
Europa, donde Lobbys llevan mas que cafés a los señores y señoras eurodiputados
y otros altos funcionarios de la UE a cambio de beneficios para sus
particulares intereses.
Pero estos están muy a gusto, con su jornada laboral que
termina los viernes a primera hora de la mañana, sus vacaciones pagadas, su
pertenencia al mismo club de los que viajan en primera y de vez en cuando a
Suiza o a Hong Kong…
Por eso hay que movilizarse. Hay que sanear la vida pública.
Empujar desde abajo. Acompañar a los jóvenes, pocos que lo intentan una y otra
vez, como hacen los de la PAH, los Yayoflautas, y otros movimientos sociales.
Reforzar estos movimientos. Cada generación debe ganarse su libertad. Y la
nuestra aún no se la ha ganado y corremos el riesgo de volver a la esclavitud.
Esclavos del consumismo al que no queremos renunciar pero al que deberemos
renunciar y a tantas otras cosas de las que ya nos han privado. ¿Nos damos
cuenta? ¿Tenemos razones para luchar o queremos seguir en una lucha individualista
y estéril mientras el lodo nos inhunda?