En su último libro, El
zorro rojo (Debate), Paul Preston analiza la figura del ex líder del PCE,
Santiago Carrillo. Según el autor, "Carrillo fue el Stalin español, un
personaje negativo para la izquierda, que no sólo destrozó al partido
comunista, sino que también contribuyó a destruir al PSOE". Espero a leer
el libro para ponderar exactamente en que basa esta argumentación Paul Preston.
Pero así a bote pronto supone una revisión en toda regla de la caracterización
que él mismo hacía del personaje hace tan sólo 15 años. A continuación transcribo
algunas de las ideas con que Paul Preston caracteriza a Santiago Carrillo en su
biografía de “Dolores Ibárruri, pasionaria de acero” en Las Tres España del 36, Plaza & Janes 1998. Este radical cambio
de actitud, sin que se exiban nuevas fuentes documentales, junto al oportunismo
de su publicación y las afirmaciones sobre la actualidad política que traslada
el autor en las entrevistas promocionales, su aceptación de las tesis
nacionalistas sobre el “café para todos”, como victimización de vascos y
catalanes y su apuesta sobre el “federalismo asimétrico”, por ejemplo, no hacen
sino ponernos alerta sobre las prendas con que nos puede agasajar el
hispanista. Sobre el “estalinismo de Carrillo “ transcribo lo que decía Paul
Preston hace 15 años:
“La muerte de Stalin en marzo de 1953 (Acaba de hacer 60
años), conmocionó a Dolores. Era un síntoma de que su propia época se acababa.
Después sólo se hicieron los más lentos y desganados esfuerzos por liberalizar
al PCE.” p. 375
Durante el V Congreso del PCE en Praga hacia septiembre de
1954, , siguiendo lo que sucedía en el PCUS, Dolores habló mucho de la
necesidad de eliminar las actitudes sectarias en el Partido “sin embargo, el
secretario de 0rganización de éste, Santiago Carrillo, fue más allá de los
vacilantes pasos de Dolores hacia la liberalización. Carrillo no estaba de
acuerdo con la posición básica de Dolores y otros dirigentes “históricos” según
la cual el objetivo de un amplio frente antifranquista, debía ser la
restauración de la Segunda República. A finales de 1955, la mayoría de los
dirigentes del partido de hallaba en Bucarest, celebrando el sexagésimo cumpleaños
de la Pasionaria, cuando se hizo pública la noticia de que la ONU (incluyendo
la Unión Soviética) había votado a favor de la inclusión de dieciséis miembros
nuevos, entre ellos España. La reacción de Carrillo, Claudín y Gallego que
dirigían el centro operativo de París, fue positiva, pues, aparte del hecho de
que Rusia había conseguido añadir Hungría, Bulgaria, Rumanía y Albania a la
ONU, veían la inclusión de España como un toma y daca en la búsqueda
pos-estalinista de una coexistencia pacífica (…) Por el contrario, Dolores y la
vieja guardia denunciaron a las Naciones Unidas por aceptar el ingreso de
España. Pp. 375-376
Carrillo envió a Jorge Semprún a presentar el caso de los “jóvenes
leones””. Semprún acompañó a Dolores en un vagón cerrado de Praga a Bucarest (…)
La encontró dispuesta a escuchar, pero hostil. Como no deseaba precipitar una
fuerte división en el partido, Dolores le dijo que pensaría en lo que había
expuesto…” pp. 376-377
En febrero de 1956, se produjo el XX Congreso del PCUS,
[llamado de la desestalinización] En la delegación del PCE al Congreso no
incluyeron a Carrillo pero sí a Claudín. “LA INTENCIÓN ERA “RECUPERAR” A
CLAUDÍN ANTES DE ACUSAR A CARRILLO DE QUERER IMPLANTAR UN REFORMISMO
SOCIALDEMÓCRATA Y DE SER UN OPORTUNISTA. SIN EMBARGO, CLAUDÍN HABÍA CONVENIDO
CON CARRILLO EN QUE AMBOS CAERÍAN JUNTOS EN SU LUCHA POR RENOVAR EL PARTIDO.” (…) Al principio del Congreso, Dolores se
puso del lado de Uribe y la situación de los liberalizadores pareció sombría;
de pronto, ya que había tenido acceso previo al informe secreto en el que
Jruschev denunciaría el estalinismo, decidió que las opiniones de Claudín y
Carrillo iban en la línea de las nuevas corrientes liberalizadoras del Kremlin.
Mandó llamar a Carrillo…” (…) p. 378
“Libres del yugo estalinista. Carrillo y el grupo de París
se dedicaron a satisfacer las exigencias de los comunistas del interior de
España de encontrar un terreno común con la nueva oposición a Franco que surgía entre estudiantes y católicos. (…) En
agosto de 1956, cerca de Berlín, se celebró un pleno del Comité Central para
ratificar la nueva política, reunión que trajo consigo una espectacular
extensión del vacilante proceso de liberalización iniciado en el V Congreso del
PCE. Los dos informes principales los presentaron Dolores Ibárruri y Santiago
Carrillo; ambos reflejaban el deseo de emular al PCUS, lo que indica aún más la
influencia que ejerció Moscú sobre la democratización del PCE. No obstante,
ambos anunciaban importantes cambios en los métodos del partido…” El informe
presentado por Carrillo “constituía un análisis sumamente crítico de los
defectos de la directiva del partido, en una clara referencia a Dolores
Ibárruri. Punzante y lúcido, revelaba SU AMBICIÓN y su determinación de
completar el proceso iniciado en 1954. Empezó por denunciar el culto a la
personalidad en el PCE, si bien absolvía a Dolores Ibárruri de complicidad en
este aspecto. Criticaba a los líderes del exilio por su subjetividad, su
sectarismo y su aislamiento de las realidades del interior de España. A la
sazón, Carrillo, que administraba el centro operativo del PCE en París, era secretario general en
todo menos en el título formal (…) pp.378-379
En el VI Congreso del PCE, celabrado en Praga del 28 al 31
de enero de 1960, Carrillo fue formalmente confirmado como secretario general,
y a Dolores Ibárruri, la “elevaron “ al recién creado cargo de presidente del
partido.(…) Frente al duro hecho de que
Carrillo había acumulado mucho poder en sus numerosos años como
secretario de organización, no deseaba destruir el PCE con una lucha
fratricida. La inexorable concentración de poder de Carrillo continuó, a tal
punto que en 1964 eliminó a sus antiguos aliados, Claudín y Semprún. Dolores
tuvo poco que ver en esta polémica, aparte de describirles, cuando fueron
expulsados, con más tristeza que enojo, como “cabezas de chorlito” pp 380
En 1969, tras la crítica de la dirección del PCE dirigida
por Santiago Carrillo frente a la invasión de Checoslovaquia de agosto de 1968,
los rusos promovieron una escisión porosoviética en el PCE, liderada por
Enrique Líster. Y escribe Paul Preston: “Cuando Carrillo inició su lucha contra
estos elementos estalinistas, recibió el hábil respaldo de la Pasionaria, que,
si bien no deseaba enfrentarse con sus viejos amigos y camaradas, sabía que la
supervivencia a largo plazo del PCE en el interior de España dependía de su
distanciamiento de Moscú..” pp 380-381
Pues bien de estas tesis de apenas hace 15 años ha pasdo
Paul Preston a presentar a Carrillo como
alguien que “no sólo destrozó al partido comunista, sino que también
contribuyó a destruir al PSOE”. Inaceptable, teniendo en cuando apenas han
transcurrido poco más de seis meses del
fallecimiento del biografiado. ¿Oportunismo? ¿Mercancía averiada? ¿Cambio de parecer de Preston? ¿Interés
comercial?