domingo, 7 de abril de 2013

Paul Preston se revisa a sí mismo sobre la figura de Santiago Carrillo







En su último libro, El zorro rojo (Debate), Paul Preston analiza la figura del ex líder del PCE, Santiago Carrillo. Según el autor, "Carrillo fue el Stalin español, un personaje negativo para la izquierda, que no sólo destrozó al partido comunista, sino que también contribuyó a destruir al PSOE". Espero a leer el libro para ponderar exactamente en que basa esta argumentación Paul Preston. Pero así a bote pronto supone una revisión en toda regla de la caracterización que él mismo hacía del personaje hace tan sólo 15 años. A continuación transcribo algunas de las ideas con que Paul Preston caracteriza a Santiago Carrillo en su biografía de “Dolores Ibárruri, pasionaria de acero” en Las Tres España del 36, Plaza & Janes 1998. Este radical cambio de actitud, sin que se exiban nuevas fuentes documentales, junto al oportunismo de su publicación y las afirmaciones sobre la actualidad política que traslada el autor en las entrevistas promocionales, su aceptación de las tesis nacionalistas sobre el “café para todos”, como victimización de vascos y catalanes y su apuesta sobre el “federalismo asimétrico”, por ejemplo, no hacen sino ponernos alerta sobre las prendas con que nos puede agasajar el hispanista. Sobre el “estalinismo de Carrillo “ transcribo lo que decía Paul Preston hace 15 años:

“La muerte de Stalin en marzo de 1953 (Acaba de hacer 60 años), conmocionó a Dolores. Era un síntoma de que su propia época se acababa. Después sólo se hicieron los más lentos y desganados esfuerzos por liberalizar al PCE.” p. 375

Durante el V Congreso del PCE en Praga hacia septiembre de 1954, , siguiendo lo que sucedía en el PCUS, Dolores habló mucho de la necesidad de eliminar las actitudes sectarias en el Partido “sin embargo, el secretario de 0rganización de éste, Santiago Carrillo, fue más allá de los vacilantes pasos de Dolores hacia la liberalización. Carrillo no estaba de acuerdo con la posición básica de Dolores y otros dirigentes “históricos” según la cual el objetivo de un amplio frente antifranquista, debía ser la restauración de la Segunda República. A finales de 1955, la mayoría de los dirigentes del partido de hallaba en Bucarest, celebrando el sexagésimo cumpleaños de la Pasionaria, cuando se hizo pública la noticia de que la ONU (incluyendo la Unión Soviética) había votado a favor de la inclusión de dieciséis miembros nuevos, entre ellos España. La reacción de Carrillo, Claudín y Gallego que dirigían el centro operativo de París, fue positiva, pues, aparte del hecho de que Rusia había conseguido añadir Hungría, Bulgaria, Rumanía y Albania a la ONU, veían la inclusión de España como un toma y daca en la búsqueda pos-estalinista de una coexistencia pacífica (…) Por el contrario, Dolores y la vieja guardia denunciaron a las Naciones Unidas por aceptar el ingreso de España.  Pp. 375-376
Carrillo envió a Jorge Semprún a presentar el caso de los “jóvenes leones””. Semprún acompañó a Dolores en un vagón cerrado de Praga a Bucarest (…) La encontró dispuesta a escuchar, pero hostil. Como no deseaba precipitar una fuerte división en el partido, Dolores le dijo que pensaría en lo que había expuesto…” pp. 376-377

En febrero de 1956, se produjo el XX Congreso del PCUS, [llamado de la desestalinización] En la delegación del PCE al Congreso no incluyeron a Carrillo pero sí a Claudín. “LA INTENCIÓN ERA “RECUPERAR” A CLAUDÍN ANTES DE ACUSAR A CARRILLO DE QUERER IMPLANTAR UN REFORMISMO SOCIALDEMÓCRATA Y DE SER UN OPORTUNISTA. SIN EMBARGO, CLAUDÍN HABÍA CONVENIDO CON CARRILLO EN QUE AMBOS CAERÍAN JUNTOS EN SU LUCHA POR RENOVAR EL PARTIDO.”  (…) Al principio del Congreso, Dolores se puso del lado de Uribe y la situación de los liberalizadores pareció sombría; de pronto, ya que había tenido acceso previo al informe secreto en el que Jruschev denunciaría el estalinismo, decidió que las opiniones de Claudín y Carrillo iban en la línea de las nuevas corrientes liberalizadoras del Kremlin. Mandó llamar a Carrillo…” (…)  p. 378
“Libres del yugo estalinista. Carrillo y el grupo de París se dedicaron a satisfacer las exigencias de los comunistas del interior de España de encontrar un terreno común con la nueva oposición a Franco  que surgía entre estudiantes y católicos. (…) En agosto de 1956, cerca de Berlín, se celebró un pleno del Comité Central para ratificar la nueva política, reunión que trajo consigo una espectacular extensión del vacilante proceso de liberalización iniciado en el V Congreso del PCE. Los dos informes principales los presentaron Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo; ambos reflejaban el deseo de emular al PCUS, lo que indica aún más la influencia que ejerció Moscú sobre la democratización del PCE. No obstante, ambos anunciaban importantes cambios en los métodos del partido…” El informe presentado por Carrillo “constituía un análisis sumamente crítico de los defectos de la directiva del partido, en una clara referencia a Dolores Ibárruri. Punzante y lúcido, revelaba SU AMBICIÓN y su determinación de completar el proceso iniciado en 1954. Empezó por denunciar el culto a la personalidad en el PCE, si bien absolvía a Dolores Ibárruri de complicidad en este aspecto. Criticaba a los líderes del exilio por su subjetividad, su sectarismo y su aislamiento de las realidades del interior de España. A la sazón, Carrillo, que administraba el centro operativo  del PCE en París, era secretario general en todo menos en el título formal (…) pp.378-379

En el VI Congreso del PCE, celabrado en Praga del 28 al 31 de enero de 1960, Carrillo fue formalmente confirmado como secretario general, y a Dolores Ibárruri, la “elevaron “ al recién creado cargo de presidente del partido.(…) Frente al duro hecho de que  Carrillo había acumulado mucho poder en sus numerosos años como secretario de organización, no deseaba destruir el PCE con una lucha fratricida. La inexorable concentración de poder de Carrillo continuó, a tal punto que en 1964 eliminó a sus antiguos aliados, Claudín y Semprún. Dolores tuvo poco que ver en esta polémica, aparte de describirles, cuando fueron expulsados, con más tristeza que enojo, como “cabezas de chorlito”  pp 380
En 1969, tras la crítica de la dirección del PCE dirigida por Santiago Carrillo frente a la invasión de Checoslovaquia de agosto de 1968, los rusos promovieron una escisión porosoviética en el PCE, liderada por Enrique Líster. Y escribe Paul Preston: “Cuando Carrillo inició su lucha contra estos elementos estalinistas, recibió el hábil respaldo de la Pasionaria, que, si bien no deseaba enfrentarse con sus viejos amigos y camaradas, sabía que la supervivencia a largo plazo del PCE en el interior de España dependía de su distanciamiento de Moscú..” pp 380-381

Pues bien de estas tesis de apenas hace 15 años ha pasdo Paul Preston a presentar a Carrillo como  alguien que “no sólo destrozó al partido comunista, sino que también contribuyó a destruir al PSOE”. Inaceptable, teniendo en cuando apenas han transcurrido poco más de  seis meses del fallecimiento del biografiado. ¿Oportunismo? ¿Mercancía averiada? ¿Cambio de parecer de Preston? ¿Interés comercial?

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