viernes, 9 de noviembre de 2012

Los Filósofos Pluralistas III : Demócrito. En la Grecia clasica todo estaba ya descubierto, incluso los átomos.









Demócrito, a no confundir con mi padre, a quien llamaban “Demófilo” fue un sabio atomista de la antigua Grecia. Nació en Abdera, Tracia, hacia el 460 a. C. y murió hacia el 370 a. C.) Fue  discípulo de Leucipo. Se le llama también "el filósofo que se ríe" y su nombre significa “El elegido del pueblo”. Fue el descubridor de los átomos veinticuatro siglos antes de la "era atómica".
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Cuentan que viajó por Egipto, donde vivió cinco años y aprendiendo geometría, también visitó el antiguo reino de Etiopía, Mesopotamia, Babilonia, Caldea y Persia y que incluso llegó a la India en busca de la fuente de los conocimientos. Había adquirido dinero para viajar de la herencia que le dejó su padre a él y a sus dos hermanos; le correspondieron cien talentos. Conocemos esto porque escribió precisamente su obra el Gran Diacosmos para defenderse de las posibles acusaciones que se hacían a aquellos que malgastaban la herencia de sus padres.

Siendo ampliamente ignorado en Atenas durante su vida, la obra de Demócrito fue bastante conocida sin embargo por Aristóteles, que la comentó extensamente. 

La razón de que no adquiriera fama fue que él mismo "no se cuidó de ser conocido; y aunque él conoció a Sócrates, Sócrates no lo conoció a él." Asimismo asistió a oír a los pitagóricos. Es famosa la anécdota que Platón detestaba tanto a Demócrito que quería que todos sus libros fuesen quemados. Se dice que estuvo a punto de quemarlos pero que se lo impidieron los pitagóricos Amiclas y Clitias aludiendo que era inútil pues ya sus escritos circulaban en muchas partes.

Hay anécdotas según las cuales Demócrito reía muy a menudo irónicamente ante la marcha del mundo, y decía que la risa torna sabio, lo que lo llevó a ser conocido, durante el renacimiento, como "el filósofo que ríe". Mairena lo imagina con el "ceño sombrío" y esbozando una sonrisa ante su redescubrimiento de sus teorías sobre el átomo y otras "veinticuatro siglos mas tarde"

El filosofo ingles sir Francis Bacon, el padre del empirismo el siglo XVII cita a Anaxágoras con sus homomerias y a Demócrito y sus átomos,  para afirmar que los sentidos son infalibles y constituyen la fuente de todos los conocimientos. Y lo citan Carlos Marx y Federico Engels como precedentes del materialismo y el ateísmo.

La ética de Demócrito se basa en el equilibrio interno, conseguido mediante el control de las pasiones por el saber y la prudencia, sin el recurso a ninguna idea de justicia o de naturaleza que se sustraiga a la interacción de los átomos en el vacío. Según Demócrito, la aspiración natural de todo individuo no es tanto el placer como la tranquilidad de espíritu (eutimia); el placer debe elegirse y el dolor, evitarse, pero en la correcta discriminación de los placeres radica la verdadera felicidad. Discriminando los placeres que a la larga producen dolor.

Al negar a Dios y presentar a la materia como autocreada, e integrada por átomos, se convirtió en el primer ateo y en el primer materialista (atomista). Los cambios físicos y químicos se debían a la física no a la magia.


Dice el verdadero Juan de Mairena:


“Según Demócrito, lo dulce y lo amargo, lo caliente y lo frio, lo amarillo y lo verde, etc. no son mas que opiniones; solo los átomos y el vacío son verdaderos”. Para Demócrito, opinión era un conocimiento oscuro, sin la menor garantía de realidad. Claro esta que todo esto es una opinión de Demócrito que nadie nos obliga a aceptar. Sin embargo la ciencia ha ido formando a través de los siglos, una concepción del Universo puramente mecánica, que lleva implícita la opinión de Demócrito, la cual, mutatis mutandis, ha llegado hasta nosotros, pobres diablos que estudiamos la física, con algunos lustros de rezago, en las postrimerías del siglo XIX. No es fácil, pues, que podamos reírnos de Demócrito, sin aparentar, vanamente, una ignorancia mayor que la nuestra, que ya es, de suyo, bastante considerable. Y yo os pregunto, si aceptamos la opinión de Demócrito, con todas sus consecuencias, ¿Qué somos nosotros, meros aprendices de poeta, enamorados de lo dulce, y lo amargo, lo caliente y lo frio, lo verde y lo azul, y de todo lo demás –sin excluir lo bueno y lo malo- que en nada se parecen a los átomos, ni al vacío en el que estos se mueven? Seriamos el vacío del vacío mismo, un vacío en el que ni tan siquiera se mueven los átomos. Meditad en lo trágico de nuestra situación. Porque, aunque lográramos recabar para nosotros una sombra de ser, una realidad mas o menos opinable, siempre resultaría que los átomos pueden ser sin nosotros y nosotros no podemos ser sin ellos. Y esto es para nosotros más trágicamente desairado que la pura zambullida en la nada.”

 Preciso es que tomemos posición, como dicen los filósofos, posición defensiva, digo yo, de gatos panza arriba ante esta vieja concepción del gran filosofo de Tracia. El escepticismo, que lejos de ser, como muchos creen, un afán de negarlo todo, es, al contrario, el único medio de defender algunas cosas, vendrá en nuestro auxilio. Vamos a empezar dudando de la existencia de los átomos. Vamos, después a aceptarla, pero con ciertas restricciones . aunque sea cierto que nosotros no podemos ser sin los átomos, puesto que al fin estamos de ellos compuestos, no es menos cierto que ellos tampoco pueden ser sin nosotros, puesto que al cabo ellos aparecen en nuestra conciencia (...) 
Cantemos al gran Demócrito de Abdera, no solo por lo bien que suena su nombre , sino ademas, y sobre todo, porque a través de veinticuatro siglos, aproximadamente... (Mairena no estaba nunca seguro de sus cifras...[y yo tampoco]), vemos o imaginamos su ceño sombrío, de pensador en el acto magnifico de desimaginar el huevo universal , sorbiéndole la clara y yema, hasta dejarlo vacío, para llenarlo luego de partículas imperceptibles en movimiento mas o menos aborrascado, y entregarlo así a la ciencia matemática del porvenir. Fue grande el acto poético negativo, desrealizador, creador -en el sentido que daba mi maestro a esta palabra- del celebre Demócrito. Nosotros hemos de cantarle sin olvidar en nuestro poema aquel humor jovial -¡Quien lo diría!- que le atribuye la leyenda y la nobleza de su vida y la suave serenidad de su muerte."

 

Juan de Mairena, XII,  (Sobre Demócrito y sus átomos )

Los Filósofos Pluralistas II : Anaxágoras de Clazomene








Otro gran filósofo pluralista fue Anaxágoras de Clazomene (Clazomene, Asia Menor, 500 a de C. - Atenas 428 a. de C.). 


Fue maestro, y posteriormente amigo, de Pericles, entre otros atenienses ilustres (. Precisamente esa amistad le supuso ser acusado de impiedad por los enemigos de Pericles y verse obligado a abandonar Atenas, refugiándose en Lámpsaco, una de las colonias de Mileto en Jonia. Diógenes Laercio nos dice que "respecto a su condena hay varias opiniones, pues Soción, dice que Cleón le acusó de impiedad, por haber dicho que el sol es una masa de hierro encendido, pero que lo defendió Pericles, su discípulo, y sólo fue condenado a pagar cinco talentos y salir desterrado.  

Sátiro escribe sus Vidas que lo acusó Tucídides, por ser éste contrario a las resoluciones de Pericles en la administración de la República. Que no sólo lo acusó de impiedad, sino también de traición, y que ausente, fue condenado a muerte. Habiéndole dado la noticia de su condena y de la muerte de sus hijos, respondió a lo primero que hacía mucho tiempo que la naturaleza había condenado a muerte tanto a sus acusadores como a él. Y a lo segundo, que sabía que los había engendrado mortales. Algunos atribuyen esto a Solón; otros, a Jenofonte."

A Anaxágoras le interesó el estudio del cambio cualitativo de las cosas. Nada puede crearse ni aniquilarse, y no obstante así parece que ocurre, reformulado por Anoine de Laviosier en el ultimo tercio del siglo XVIII, en la Ley de conservacion de la masa, base de la primera ley fundamental de la termodinamica: "la energía ni se crea ni se destruye sino que solamente se transforma". Anaxágoras intuía que la realidad estaba compuesta por materiales indivisibles a los que denomino “Homeomerias (o “partes semejantes). Pequeñísimos fragmentos dotados de cualidades diferentes, con cuya mezcla se forman las cosas que conocemos. El universo se constituye por la acción del nous  (Espíritu) que actúa sobre las homeomerias, a las que pone en movimiento.

Los Filósofos Pluralistas I: Empédocles de Agrigento







Empédocles de Agrigento,
( Agrigento, Sicilia h.495/490 - h.435/430 a. C.)


Uno de los mas señeros filósofos pluralistas fue Empédocles de Agrigento, fue un filósofo y político democrático griego. Empédocles nació en el seno de una familia ilustre, y llegó a ser jefe de la facción democrática de su ciudad natal. Su fama como científico y médico-taumaturgo, unida a su posición social, le permitió ocupar importantes cargos en la vida pública siciliana. El final de su vida lo pasó exiliado en el Peloponeso. Cuando perdió las elecciones fue desterrado y se dedicó al saber. 

Postuló la teoría de las cuatro raíces, a las que Aristóteles más tarde llamó elementos, juntando el agua de Tales de Mileto, el fuego de Heráclito, el aire de Anaxímenes y la tierra de Jenófanes las cuales se mezclan en los distintos entes sobre la Tierra. Los elementos de agrupan o disgregan por influencia de dos fuerzas contrarias: el amor o la amistad y el odio, que actúan alternativamente. El ciclo regido por ellos comienza con una esfera (forma perfecta para los griegos) en la que se agrupan los elementos. Progresivamente, y como una fuerza exógena, se infiltra el odio, que produce con  su acción que se disgregue todo hasta llegarse a una multiplicidad indefinida  de partículas. Al llegar a este estadio, se produce la acción unificadora del amor que reconstruye la esfera compacta. Este ciclo se repite sin cesar. Veinticuatro siglos mas tarde, en el siglo XIX Carnot y Clausius se inspiraron en estas ideas de Empédocles para establecer la segunda ley fundamental de la termodinámica.

martes, 6 de noviembre de 2012

Uno de mis libros favoritos: "Allegro Ma non Troppo" o Las Leyes Fundamentales de la Estupidez humana, Un librito para releer a menudo...

"cuando aquel gentilhombre francés, que subía las escaleras que lo conducían a la guillotina, tropezó con uno de los escalones y dirigiéndose a los guardianes exclamó: «Dicen que tropezar trae mala suerte», aquel hombre bien merecía que se le perdonara la cabeza."

Carlo Maria Cipolla, (1922-2000) historiador económico italiano. Nacido en Pavia, se graduo en 1944 en su Uniersidad con una tesis doctoral sobre explotaciones agrarias en el Valle del Po.



A través de la historia económica, con un enfoque humanista de la misma, mostró un mayor interés en las causas que han provocado determinadas situaciones económicas y sociales a lo largo de la historia, que por hechos materiales y cifras concretas. Fue también conocido por sus artículos sobre la superpoblación y sus ensayos sobre la estupidez humana. En su juventud, Cipolla quería ser profesor de historia y filosofía , y debido a eso ingresó a la facultad de ciencia politica de la Universidad de Pavía. Mientras estudiaba ahí, gracias al profesor Franco Borlandi, un especialista en historia económica medieval, descubrió su pasión por la historia de la economía. Consecuentemente amplió sus estudios en la Universidad de París, para licenciarse más tarde en la London Schol of Economics, en  1948.

Obtuvo su primer puesto de profesor de historia económica en Catania a la edad de 27 años, dando inicio a una larga carrera académica en Italia (Venecia, Turin, Pavía, Pisa y Fiesole) y en el extranjero. En 1953 Cipolla viajó a los Estados Unidos por el Programa Fulbright y en 1957 se convirtió en profesor visitante en la Universidad de Berkeley (California), de la que dos años más tarde pasó a ser catedrático. Cipolla fue recibido como miembro en varias academias prestigiosas y en 1995 recibió el premio Balzan.

"Teoría de la estupidez

Cipolla exploró el controvertido tema de la estupidez formulando su famosa Teoría de la Estupidez, expresada por primera vez en su ingenioso panfleto de 1988 titulado Allegro ma non troppo.
En este escrito Cipolla desarrolla una visión de la gente estúpida como un grupo más poderoso que grandes organizaciones como la Mafia, el Complejo Militar Industrial (MIC), o la Internacional Comunista. El grupo de los estúpidos, sin reglamentaciones, líderes o manifiestos, consigue ejercer un gran efecto con una coordinación increíble.
En el mismo libro pueden encontrarse las leyes fundamentales de la estupidez:
  1. Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación.
  2. La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona.
  3. Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso.
  4. Las personas no-estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso.
  5. Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir.
Por deducción, de la tercera ley, Cipolla identifica dos factores a considerar cuando se explora la conducta humana:
  • Beneficios y pérdidas que un individuo se causa a sí mismo
  • Beneficios y pérdidas que un individuo causa a los otros
Creando un gráfico en el que se coloca el primer factor en el eje x y el segundo en el eje y se pueden obtener cuatro grupos de individuos:
  1. Inteligentes, (Benefician a los demás y a sí mismos)
  2. Desgraciados, (Benefician a los demás y se perjudican a sí mismos)
  3. Bandidos, (Perjudican a los demás y se benefician a sí mismos)
  4. Estúpidos, (Perjudican a los demás y a sí mismos)


Solo para empezar
 


"La vida es una cosa seria, muy a menudo trágica, algunas veces cómica. Los griegos de la época clásica se daban perfecta cuenta de ello y cultivaban el sentido trágico de la vida. Los romanos, más prácticos en general, no hacían de la vida una tragedia, pero la consideraban una cosa seria: por consiguiente, de entre las cualidades humanas apreciaban muy particularmente la gravitas y tenían en poca consideración la levitas.
No resulta difícil entender ni definir qué es lo trágico, y si a un individuo cualquiera se le ocurre aparecer como una figura trágica no le va a ser difícil conseguirlo, si es que la Madre Naturaleza no le ha socorrido ya en su empeño. La seriedad es también una cualidad relativamente fácil de entender, de definir y, en cierto modo, de practicar. En cambio, lo que sí es difícil de definir, y no a todo el mundo le es dado percibir y apreciar, es lo cómico. El humorismo, que consiste en la capacidad de entender, apreciar y expresar lo cómico, es un don más bien escaso entre los seres humanos.
Entendámonos: el humorismo chabacano, facilón, vulgar, prefabricado (= chiste) está al alcance de muchos, pero no se trata de auténtico humorismo. Es una deformación del humorismo. El término humorismo deriva del término humor y se refiere a una sutil y feliz disposición mental sólidamente basada en un fundamento de equilibrio psicológico y de bienestar fisiológico. Muchísimos escritores, filósofos, epistemologos y lingüistas han intentado repetidas veces definir y explicar qué es el humorismo. Pero dar una definición del humorismo es una cosa difícil, por no decir imposible. Tanto es así que si una situación humorística no es percibida como tal por el interlocutor es prácticamente inútil, y hasta contraproducente, intentar explicársela.
El humorismo es, claramente, la capacidad inteligente y sutil de poner de relieve y destacar el aspecto cómico de la realidad. Pero es también mucho más que eso. En primer lugar, tal como escribieron Devoto y Oli, el humorismo no debe suponer una posición hostil, sino más bien una profunda y a menudo indulgente simpatía humana. Además, el humorismo implica la percepción instintiva del momento y del lugar en que puede ser expresado. Hacer humorismo sobre la precariedad de la vida humana cuando uno está junto a la cabecera de un moribundo no es humorismo. En cambio, cuando aquel gentilhombre francés, que subía las escaleras que lo conducían a la guillotina, tropezó con uno de los escalones y dirigiéndose a los guardianes exclamó: «Dicen que tropezar trae mala suerte», aquel hombre bien merecía que se le perdonara la cabeza.
El humorismo está tan íntimamente unido a la elección cuidadosa y específica de la expresión verbal con que se manifiesta que difícilmente se consigue traducirlo de una lengua a otra. Lo cual significa, además, que está tan imbuido de las características de la cultura en que se manifiesta, que muchas veces resulta totalmente incomprensible si se traslada a un ambiente cultural diferente.El humorismo es distinto de la ironía. Cuando uno es irónico se ríe de los demás. Cuando uno hace humorismo se ríe con los demás. La ironía genera tensiones y conflictos. El humorismo, cuando es utilizado en la medida justa y en el momento oportuno (y si no se utiliza en la medida justa ni en el momento oportuno no se trata de humorismo), es el mejor remedio para disipar tensiones, resolver situaciones que podrían resultar penosas y facilitar el trato y las relaciones humanas.Tengo la profunda convicción de que siempre que se presente la ocasión de practicar el humorismo es un deber social impedir que tal ocasión se pierda."

Fuentes: Carlo Maria Cipolla: "Allegro ma non troppo" , Solo para empezar (Prologo) Traducción de Maria Pons, Grijalbo Mondadori, Barcelona 1998 y Wikipedia.