“La figura del Compañero Pablo Iglesias
“De lo único que puedo responder
es de la emoción que en mi alma iban despertando las palabras encendidas de
Pablo Iglesias. Al escucharle, hacía yo la única honda reflexión que sobre la
oratoria puede hacer un niño: Parece que es verdad lo que dice este hombre. La
voz de Pablo Iglesias tenía para mí el timbre inconfundible – e indefinible – de la verdad humana. Porque
antes de Pablo Iglesias habían hablado otros oradores, tal vez más cultos, tal
vez más enterados o de elocuencia más
hábil, de los cuales sólo recuerdo que no hicieron en mí la menor impresión.
Debo advertir que aunque nacido y educado entre universitarios, nada había en
mi educación – digámoslo en loor de ella- que me inclinara a pensar que la
palabra de un cajista había de ser necesariamente menos interesante que la
autorizada por la sabiduría oficial. Quiero decir que no había en mí el menos
asombro ante el hecho de que un tipógrafo hablase bien. La palabra es un don –
pensaba yo entonces- que reparte Dios algo a capricho y que no siempre coincide
con el reparto de diplomas académicos y que hacen los hombres. Para un niño,
esta es una verdad muy clara. El tiempo se encarga de enturbiárnosla con
múltiples reservas. (…) En todo el discurso…se hablaba muchas veces de
Marx y a otros pensadores no menos
ilustres…”
“Sacaba yo esta conclusión
infantil: El mundo en el que viv está mucho peor de lo que yo creía. Mi propia
existencia de señorito pobre reposa, en fin, sobre una injusticia ¡ Cuántas
existencias más pobres que la mía hay en el mundo, que ni siquiera pueden aspirar,
como yo aspiro, a entreabrir , algún día, por la propia mano, las puertas de la
cultura, de la gloria , de la riqueza misma. [Esta es otra cuestión en entredicho
hoy en día] Todo mi caudal, ciertamente, está en mi fantasía , más no por ello
deja de ser un privilegio que se debe más a la suerte que al mérito propio .”
“Mucho he pensado yo, durante mi
vida, sobre esta primera meditación infantil, que debí a las palabras del
Compañero Iglesias”
Antonio Machado: “Lo que recuerdo yo de Pablo Iglesias”, en “Desde el Mirador de la Guerra”, Barcelona, 1938