Llama la atención la utilización
de la figura de Adolfo Suárez por la actual clase política. A muchos ciudadanos
nos indigna que quienes de forma casi unánime, salvo honrosas excepciones, lo arrinconaron,
acuchillaron y ningunearon, ahora lo eleven a los altares, den medallas y
nombren aeropuertos, proponiéndole como héroe, ensalzando sus virtudes para a
continuación insinuar, en un impúdico ejercicio de proyección manipuladora, que
a todos les corresponde, de alguna manera, una buena parte de las mismas. En el
fondo era un héroe y era uno de los nuestros. Pues no señor. Vayamos por
partes, como diría Jack “el destripador”, siguiendo a Javier Cercas en su, no
menos elocuente y consecuente con Jack “Anatomía de un instante”
LA FIGURA DEL HÉROE
“A finales de 1989. Cuando la
carrera política de Adolfo Suárez tocaba a su fin, dimitiría el 26 de mayo de
1991 de la presidencia del CDS tras su enésima derrota electoral, Hans Magnus
Enzensberger celebró en un ensayo el
nacimiento de una nueva clase de héroes: los héroes de la retirada. Según Enzensberger,
frente al héroe clásico, que es el héroe del triunfo y la conquista, las dictaduras
del siglo XX han alumbrado el héroe moderno, que es el héroe de la renuncia, del
derribo y el desmontaje: el primero es un idealista de principios nítidos e
inamovibles; el segundo, un dudoso profesional del apaño y la negociación; el
primero alcanza su plenitud imponiendo sus posiciones,; el segundo,
abandonándolas, socavándose a sí mismo. (…) ¿Adolfo Suárez un héros? ¿Y un
héroe moral, y no sólo político? Tanto para la derecha como para la izquierda
era un sapo difícil de tragar: la izquierda no olvidaba –no tenía por qué
olvidar- que, aunque en un determinado momento quiso ser un político
progresista, y hasta cierto punto lo consiguió, Suárez fue durante muchos años
un colaborador leal del franquismo y un prototipo perfecto del arribista que la
corrupción institucionalizada del franquismo propició; la derecha no olvidaba –no
debería olvidar- que Suárez nunca aceptó su adscripción a la derecha, que
muchas políticas que aplicó o propugnó no eran de derechas y que ningún
político español de la segunda mitad del siglo XX ha exasperado tanto a la
derecha como él. (…)
Ahora, (…) cuando la enfermedad
ha anulado a Suárez y su figura es elogiada por todos, quizá porque ya no puede
molestar a nadie, hay entre la clase política española un acuerdo en concederle
un papel destacado en la fundación de la democracia; pero una cosa es haber
participado en la fundación de la democracia y otra ser el héroe de la
democracia. ¿Lo fue?...”
UN HÉROE MUY RARO QUE HAY QUE
ELIMINAR A CUALQUIER PRECIO
Tres días antes del Golpe de
Estado del 23 de febrero de 1981: “La situación económica de España roza la
catástrofe, el terrorismo aumenta, el escepticismo respecto a las instituciones
y sus representantes hiere profundamente el alma del País, el Estado se
desmorona bajo el asalto del feudalismo y de los excesos autonómicos, y la
política exterior española es un fiasco. En “la gran cloaca madrileña”, que es
como Suárez llamaba por aquella época al pequeño Madrid del poder hacia 1981, como
nos recuerda Javier Cercas, ante la crisis que describía el corresponsal de
París Match . Desde el verano de 1980 la crisis del país es cada vez más
profunda. Muchos comparten el diagnóstico del corresponsal de Paris Match: la
salud de la economía es mala, la descentralización del Estado está desarbolando
el Estado y exasperando a los militares, Suárez se muestra incapaz de gobernar
mientras su partido se disgrega y la oposición trabaja a conciencia para
terminar de hundirlo, el encanto inaugural de la democracia parece haberse
desvanecido en pocos años y en la calle se palpa una mezcla de inseguridad,
pesimismo y miedo, además está el terrorismo, sobre todo el terrorismo de ETA,
que alcanza dimensiones desconocidas hasta entonces mientras se ceba en la guardia
civil y el ejército.
“Tanto para los franquistas como para los
demócratas, tanto para los ultraderechistas de Blas Piñar o Girón de Velasco
como para los socialistas de Felipe González y para muchos comunistas de
Santiago Carrillo y muchos centristas del propio Suárez, el único responsable
de aquella crisis es Adolfo Suárez, y la primera condición para terminar con
aquella crisis es sacarlo del gobierno. Es una pretensión legítima, en el fondo
sensata, porque desde mucho antes del verano [de 1980] Suárez es un político
inoperante; pero la política es también una cuestión de forma (…) y aquí el
problema no es de fondo sino de forma: el problema no consistía en echar a
Suárez, sino en cómo se echaba a Suárez. La respuesta que debió dar a esta
pregunta la clase dirigente española es la única respuesta `posible en una
democracia tan endeble como la de 1981: mediante unas elecciones; la respuesta
que dio a esta pregunta la clase dirigente española no fue ésta y fue
precisamente uniforme: a cualquier precio. Fue una respuesta salvaje, en gran
parte fruto de la soberbia, de la avaricia de poder y de la inmadurez de una
clase dirigente que prefirió correr el riego de crear condiciones propicias a
la actuación de los saboteadores de la democracia antes que seguir tolerando en
el gobierno la presencia de Adolfo Suárez.
TODOS CONTRA SUÁREZ
No de otra forma se explica que
desde el verano de 1980 políticos, empresarios, dirigentes sindicales y eclesiásticos
y periodistas exageraran hasta el delirio la gravedad de la situación para
poder jugar a diario con soluciones dudosamente constitucionales que hacían
trastabillar el ya de por sí trastabillante gobierno del país, inventando
atajos extraparlamentarios, amenazando con encasquillar el nuevo entramado institucional
y creando un maremágnum que constituía ideal del golpismo.
El día 2 de diciembre de 1980
Joaquín Aguirre Bellver, cronista del diario ultraderechista El Alcázar, describía así el ambiente
político del Congreso: “Golpe a la
Turca, Gobierno de Gestión, Gobierno de Concentración…Una carrera de caballos
de Pavía […] A estas alturas el que no tiene su fórmula de golpe es un Don
Nadie. Entre tanto Suárez pasea sólo por los corredores, sin que nadie le haga
caso.” (…)Era una mezcla tramposa, letal; de esa mezcla surgió el 23 de febrero:
las operaciones políticas fueron la placenta
que nutrió el golpe”, suministrándole argumentos y coartadas
Conspiran contra Suárez
periodistas de El Alcázar, El Imparcial, Heraldo Español, Fuerza Nueva, Reconquista.
Algunos relacionan a Luis María Anson.
Aunque Anson fue ayudado por Suárez en su época de director de RTVE, cuando
creyó que lo iban a procesar por un artículo suyo publicado en ABC . Luego le
correspondió cuando Adolfo Suárez fue nombrado Presidente del Gobierno por el
Rey en 1976, quien lo nombró presidente de la Agencia EFE, dos meses más tarde.
Sin embargo ya desde 1977 Anson estaba
convencido de que Suárez era un político débil y acomplejado por su pasado
falangista y que estaba entregando el poder de la nueva democracia a la
izquierda, momento a partir del cuál se convirtió en un detractor implacable de
la política del presidente; implacable y público: Anson reunía periódicamente
en el comedor de la agencia EFE a políticos, periodistas, financieros,
eclesiásticos y militares, y en esos encuentros agitó dede muy pronto el
descontento contra su antiguo patrocinado…
También conspiraban contra Suárez (…)
los financieros y los empresarios y el partido de la derecha a quien jalean los
financieros y los empresarios: Alianza Popular(…). No siempre había sido así.
Al principio de su mandato financieros y empresarios apoyaron sin reservas al nuevo presidente del gobierno
porque entendieron que apoyarlo era apoyar a la monarquía y porque la monarquía
los convenció de que aquel simpático chisgarabís, que había empezado de botones
en el edificio del Movimiento y lo conocía al dedillo despué de haber barrido
hasta su última covachuela, era el capataz ideal para dirigir la obra de
demolición [controlada] de una arquitectura obsoleta que durante cuarenta años
les había sido de suma utilidad pero que ahora sólo entorpecía sus negocios y
los avergonzaba ante sus colegas europeos..Pero Suárez una vez echa su labor no
se marchó; al contrario: lo que ocurrió fue que el botones ascendido a capataz
se creyó arquitecto y se puso a levantar el edificio flamante de la democracia
sobre el solar arrasado del edificio de la dictadura. Ahí empezó el problema (…)
Suarez empezó a darles largas, a rechazar consejos y palmaditas en la espalda,
a esquivarlos o ignorarlos ..o a hacer gestos que ellos interpretaban como
desaires, y terminó por no recibirlos en La Moncloa…Fue así como descubrieron a
su costa algo que en el fondo quizá habían sospechado desde siempre, y es que
el antiguo y complaciente botones escondía a uno de esos gallitos de provincias
que incuban como un rencor el sueño de plantar cara al más fuerte de la
capital. Fue así como descubrieron también, a medida que notaban con preocupación
que los negocios marchaban cada vez peor, la tardía o improvisada vocación
socialdemócrata que aquejaba a Suárez y que indistintivamente atribuyeron a su
incapacidad para desembarazarse de su educación de joven falangista con la
revolución pendiente, a su afán por emular a Felipe González, el joven y
brillante líder socialista, y a su obsesión por ganarse las credenciales de
pureza democrática que otorgaba el beneplácito del periódico El País. ..
Fraga. Casi nadie tenía razones más poderosas que Fraga para
considerar a Suárez un usurpador. Fraga había sido el niño protegido de la
Dictadura. Y Felipe González, en una celebérrima frase que algunos han
interpretado con un intento de halagar a Fraga y humillar a Súarez, cuando en
mayo de 1980 desde la Tribuna del Congreso declaró que a Fraga le cabía el
Estado en la Cabeza. Sí hubiera sido verdad esta frase, lo cierto es que
tampoco le cabía mucho más en término de capacidades políticas. Fraga era la
antítesis de Suárez, daba la impresión de saberlo todo y de no entender nada…Y
el 19 de Febrero dice en la Tribuna del Congreso: “ si se quiere dar el Golpe
de timón, el cambio de rumbo que todos sabemos necesario, se nos encontrará
dispuestos a colaborar. Y si no, no (…)
Los socialistas: Puede bastar un recordatorio de lo que decía
Guerra de Suárez, al que ahora ensalza_ Suárez regenta la Moncloa como una
güisquería", Alfonso Guerra (1979)
"Suárez es como un tahúr del
Misisipí con chaleco floreado" Alfonso Guerra (1980)
"Suárez es un perfecto
inculto procedente de las cloacas del franquismo" Alfonso Guerra (1980)
"Entre Suárez y Fraga sólo
hay una diferencia: Fraga se pela con los pelos de punta y Suárez lo hace hacia
atrás" Alfonso Guerra (1980)
"Suárez llegó a perder toda
credibilidad. Se convirtió en una bailarina de pasos contrarios"
Alfonso Guerra (1982)
"Son todos unos afeminados
de derechas" Alfonso Guerra (1983)
"Suárez, como Luis XIV de
Francia, piensa que el Estado es él" Felipe González (1980)
La Iglesia Católica, en el otoño de 1980
también se han roto las buenas relaciones hasta entonces entre Suárez y la
Iglesia católica. La causa la Ley del Divorcio. Mañana le ofrecerán un funeral religioso en la Catedral de Ávila, Descanse en Paz.
Basado en:
Javier Cercas: Anatomía de un
instante, Septiembre, 2010