Juan Negrín López nació en Las
Palmas el 13 de febrero de 1892, hará pues en breves días 122 años. Pertenecía
a la oligarquía comercial de las islas que dio importantes hombres de letras a
la España de principios del siglo XX y ahora nos da mediocres ministros de
industria y energía. Entre otras cosas, en aquella época era costumbre de esta
burguesía enviar a los vástagos a estudiar a Europa y tras cursar precozmente
el bachillerato, el joven Negrín marchó a Alemania y se matriculó en la
Facultad de Medicina de Kiel y poco
después en la de Leipzig, donde obtuvo
el grado de doctor el 3 de agosto de 1912, con poco más de veinte años de edad.
En los años siguientes continuó realizando investigación y funciones docentes
en el Instituto de Fisiología de Leipzig y se casó con una joven de la alta
burguesía rusa que también estudiaba allí. Así se familiarizó con el idioma ruso,
que añadió al inglés, francés y, alemán que ya dominaba. (Fue un Erasmus con
buen aprovechamiento aquél…)
Resultado de todo ello fue que
Juan Negrín fue uno de los miembros de la generación de 1914 más europeizados. España
contaba ya desde 1906 con todo un Premio
Nobel en medicina como don Santiago Ramón y Cajal, quien pudo servir de guía y
ejemplo para el joven investigador en fisiología. Por otra parte, aquella
Alemania era también la vanguardia del socialismo europeo, que entonces era
sinónimo de ser “moderno” de ser “europeo”. La Primera Guerra Mundial devuelve
a Negrín a España, quien en 1917, gracias al apoyo de Cajal, se instala en un laboratorio
específicamente formado para él en los sótanos de la Residencia de Estudiantes
de Madrid. En 1922 ganó la cátedra de fisiología e la Universidad de Madrid y
al año siguiente fue nombrado secretario de la facultad de Medicina, cargo en
el cuál se reveló su gran capacidad ejecutiva, que compaginó con la de secretario de la Junta constructora de la Ciudad
Universitaria, desempeñada sin percibir retribución alguna hasta el comienzo de
la Guerra Civil.
En la primavera de 1929, Negrín
ingresó en el PSOE, lo que fue noticia y se publicó en El Socialista, dados los
pocos intelectuales que habían dado aquel paso en la época. El Doctor Negrín
publicó entonces un artículo en El Socialista que llevaba por título “La
democratización de la Universidad”, en el que concluía que la democratización
para él equivalía a facilitar el “ingreso de la masa proletaria en la
Universidad”, porque de esa manera la actividad intelectual española adquiriría
mediante este aporte de jóvenes de las clases trabajadoras “un sentido más
humano y una concepción más seria de la vida, mayor virilidad y entereza”, en
sus palabras y quedaría quebrantado “tanto
narcisismo infecundo”. Sin embargo, el doctor Negrín no se incorporó al grupo
directivo del Partido Socialista (como había sucedido en el caso de don Julián Besteiro,
catedrático de Lógica , a la sazón presidente del partido tras el fallecimiento
de Pablo Iglesias). No se adscribió tampoco a lo que luego sería la corriente liderada
por Francisco Largo Caballero, sino que se mantuvo en una posición netamente “republicana”.
Para Negrín el PSOE era entonces “el único partido republicano que existe en
España”, en el sentido del único que podía conciliar las fuerzas necesarias
para modernizar y europeizar España. Estas afirmaciones las hace en una
Conferencia que dio en la Casa del Pueblo de Madrid el 1 de diciembre de 1929
bajo el título de “La Ciencia y el Socialismo”, en la que afirmó “fui
republicano desde que tuve sensibilidad política”. Y añadía: “Ésta fue una razón decisiva para mí”
en relación con su ingreso en el Partido Socialista.
Estas afirmaciones lo vinculaban
a la minoría republicana de los dirigentes socialistas, en la que destacaba
Indalecio Prieto, con quien mantendría una amistad que se enfrió durante la
guerra y que acabó con la animadversión de Prieto hacia Negrín a la que luego
nos referiremos.
La entrada oficial del doctor
Negrín en la actividad política nacional
fue en 1931, siendo elegido diputado a Cortes constituyentes de la II República
por la circunscripción de Las Palmas, gracias mas que al apoyo de su entorno
social y familiar, al de los obreros del puerto de Las Palmas, que lograron
sacar junto al doctor Negrín a otro diputado, su colega el doctor Pascua. La
fragilidad de la implantación del PSOE en aquel distrito se puso de manifiesto
con su derrota en las elecciones de 1933. Pero entonces podía presentarse un
mismo candidato por varias circunscripciones y así resultó elegido por Madrid,
en tercer lugar de la lista socialista. Y fue reelegido en febrero de 1936, por
lo que estuvo en las Tres legislaturas de las Cortes republicanas. Su
participación en ellas se centró como portavoz socialista en la Comisión de
presupuestos, contribuyendo al esfuerzo en políticas de enseñanza de la
República.
Paralelamente, su dominio de
idiomas hizo posible que se le nombrara para diversas representaciones de la
nación española en organismos internacionales: la Oficina Internacional de
Trabajo, Sección de la Sociedad de Naciones con sede en Ginebra y la Unión
Interparlamentaria Europea. Conoce bien las consecuencias de la crisis
financiera de 1929 y el auge de los fascismos en Italia y Alemania y los
peligros que esto entrañaba. De resultas de todo ello, en 1936 el doctor Negrín
era uno de los escasos diputados socialistas que sabían cuán difícil podría transformarse la
estructura del País en las condiciones internas y en el escenario europeo de
entonces y apuesta por Indalecio Prieto como el único candidato con la fuerza,
la inteligencia y el coraje necesarios para la jefatura del gobierno y
consideró como un grave error de Azaña, la designación de Casares Quiroga.
Negrín realizó gestiones con
algunos amigos de los partidos de la
derecha para “que evitaran rompimientos irreparables”. Otros intelectuales que
habían intentado lo mismo, como el doctor Marañón o el propio Unamuno, se refugiaron
en el exilio interior o en el exterior, pero el doctor Negrín apostó por
participar activamente con toda su energía e imaginación en una guerra que él
había intentado evitar, y así, tras facilitar los traslados a muchos
científicos nacionales y extranjeros a lugares seguros en Europa y América,
aceptó el nombramiento de ministr de Hacienda el 4 de septiembre de 1936 en el
nuevo gobierno presidido por Largo Caballero., bajo la indudable indicación de
Prieto. Negrín tenía una visión estratégica de la Hacienda republicana con dos funciones:
una función nacional, la de proveer de fondos al esfuerzo de guerra de la
República y una segunda, la de cumplir con los compromisos financieros
contraídos por la República antes de 1936. Ambas funciones requerían de una operación
fundamental: la de contar con las necesarias divisas extranjeras. Esta opción
le llevóa tomar dos decisiones estratégicas y necesarias que fueron muy
discutidas y marcaron su figura para muchos: Por un lado el control de las
fronteras y puertos republicanos, para lo cual se creó el cuerpo de carabineros
de la República, que no gustaba entre otros a algunos anarcosindicalista, por
la interferencia que suponía en el control de las mismas por sus milicias, que
además controlaban determinados tributos como los procedentes de las
exportaciones de cítricos, y, por otro
lado, el debatido asunto del Oro de Moscú.
Pare este asunto de las Reservas
de oro, un economista nada cercano a Negrín, citado por Juan Marichal le relató
que Negrínreunió a los técnicos del Ministerio de Hacienda y éstos estuvieron
de acuerdo en el derecho de un gobierno
a disponer de sus reservas metálicas para hacer frente a una situación
como la creada por la guerra. La eficacia y firmeza de Negrín en el ministerio
de Hacienda y su contribución al esfuerzo de la guerra, fue el que decidió a
Azaña a confiar al Doctor Negrín, la presidencia del Gobierno republicano tras
la crisis de mayo de 1937. Y aquí empieza lo que Juan Marichal ha calificado “la
segunda revelación de una capacidad insospechada para el gobierno, tras la
primera de Manuel Azaña en el otoño de 1931.
La capacidad de concepción
internacional, global diríamos ahora, de Negrín se puso patente em la sesión de
la Sociedad de Naciones de septiembre de 1937
en la que Negrín acudió a Ginebra cono jefe de la Delegación de la
República Española, dándose cuenta de la dimensión internacional del conflicto.
El doctor Negrín pronunció un histórico discurso en francés que fue alabado por
su forma y por su contenido por la prensa internacional. La tesis central de su
discurso fue mostrar que el problema español había de verse como un preludio de
lo que se avecinaba en toda Europa y aconsejaba, sabiamente a sus oyentes que
se preparasen para un futuro sombrío. Un periodista español destacado en
Ginebra alabó el “empaque con que el doctor Negrín lo ha leído” y la “elegante
pronunciación de nuestro compatriota”.
Dentro de su despliegue
diplomático, al día siguiente, Negrín ofreció un almuerzo a los demás miembros
del Consejo de la Sociedad de Naciones, sentados a sus costados el ministro ingés
Eden y el francés Delbos. El mismo periodista testigo de aquellos
acontecimientos escribió que la relación de Negrín con ambos ministros 2 ha
adquirido un tono muy difícil de lograr para otro hombre que no fuera el jefe
del Gobierno español” y poco más adelante afirma: “el doctor Negrín constituye
el mejor argumento contra todas las campañas que han intentado mermar la
significación de la República”. De
Ginebra vuelve un Negrín y una causa republicana muy reforzados. Él mismo, como
muchos ciudadanos europeos y en el mundo entero pudieron sentir que la causa republicana
representaba una batalla importante dentro de la guerra que se libraba ya
contra el nazismo y el fascismo a nivel
mundial o al menos de Europa. La responsabilidad republicana española, por
tanto era muy considerable. Sostenerse en pie –“resistir”, como se diría desde
1938 era defender ya a Europa en una guerra general, que podía comenzar en cualquier
momento. Este clima perduró entre septiembre de 1937 y julio de 1938 cuando
comenzó la Batalla del Ebro, como correlato militar de esta estrategia de
resistencia.
Sin embargo en Europa eran otras
las estrategias que dominaban en las democracias occidentales. El 29 de
septiembre de 1938 se celebró la Conferencia de Munich en la que Francia e
Inglaterra permitían a Hitler la anexión de los sudetes pertenecientes a
Checoslovaquia, abriendo la expansión de Alemania que ya había comenzado con la
anexión de Austria.
El 21 de septiembre de 1938 intuyendo
lo que pasaba en Europa propuso la retirada de los combatientes de las Brigadas Internacionales, a cambio de que
Italia y Alemania retirase sus unidades regulares y su apoyo directo descarado
al bando franquista. Negrín ejecutó la retirada de las Brigadas Internacionales
y pidió que una comisión de la Sociedad de Naciones presenciara la salida de
los últimos brigadistas de España. El 17 de Octubre de 1938, se celebró en
Barcelona un homenaje a los brigadistas en la que el pueblo de Barcelona
despidió masivamente a los interbrigadistas.
A fines de 1938, poco antes de la
retirada del Ebro y del inicio de la última ofensiva del ejército franquista
contra Cataluña, Negrín encargó a Ignacio Hidalgo de Cisneros una última misión
desesperada a Moscú para solicitar el envío rápido de material bélico para la
República. Le entregó tres cartas escritas en ruso de su puño y letra para
Kalinin, Stalin y Vorochílov ministro de defensa, donde daba cuenta de la
petición de ese material que fue valorado en 103 millones de dólares. El
gobierno soviético acordó enviarlo, aunque consideraba que las reservas de
crédito contra el oro del Estado español estaba ya prácticamente agotado. Le
material fue embarcado en Murmansk en siete buques soviéticos. Los dos primeros
llegaron a Burdeos, pero el gobierno francés retrasó su traslado por territorio
francés, así que cuando el material comenzó a llegar, ya no había capacidad ni
espacio para montar los aviones que llevaban, etc.
Tras la retirada de Cataluña, Azaña
se refugió en Francia y ya no regresó al Centro, cosa que sí hizo Negrín. Azaña
dimitió en París, lo que propició quemlos gobiernos francés e inglés,
consumando su traición a la república española, reconocieran al Gobierno de
Franco cuando aún el presidente Negrín estaba en Madrid.
Pero las democracias occidentales
cedieron en la citada Conferencia de Munich y la suerte de la república
española quedó echada.
A pesar de ello Juan Negrín se
apoyó en los sectores militares, políticos y sindicales que con más eficacia y
energía se pusieron de su lado, que fueron sectores amplios del socialismo y
los comunistas. Negrín Acuñó una frase muy definitiva: “La guerra se pierde da
unos la guerra por perdida”. El resto de la historia es conocida. El golpe de
Estado de Casado respaldado por Besteiro y por el anarcosindicalista Mera,
cuando el Gobierno estaba reunido en Elda el 6 de marzo de 1936. Saliendo hacia
el exilio desde el aeródromo de Monóvar el día siguiente.
Al final de la contienda se
instaló en Francia, de donde se trasladó a Londres, donde continuó presidiendo
el Gobierno de la República en exilio hasta 1945. Sin embargo, la mayoría de
los partidos políticos y diputados a través de la Diputación Permanente desconocieron
la legalidad de un Gobierno en el exilio en julio de 1939, poniendo en cuestión
la gestión del Servicio de Evacuación y creando una Junta de Auxilio a los
Refugiados, cuya actuación ha sido objeto de fuertes críticas.
Trasladado a México con ocasión
del final de la Guerra Mundial, sus divergencias con Indalecio Prieto y Diego
Martínez Barrio provocaron su dimisión ante las Cortes en el exilio. Negrín y
una treintena de socialistas fueron expulsados del PSOE el 23 de abril de 1946,
aunque fueron rehabilitados en el Congreso Federal socialista de 2008. Después
de pasar un tiempo en el Reino Unido, fijó su residencia definitiva en Francia.
En 1947 el doctor Negrín publicó en el Herald
Tribune de París unos artículos que produjeron conmoción entre los
exiliados españoles. En ellos pedía a
Estadis Unidos y a los administradores del llamado Plan Marshall, que
estudiaran los medios de incorporar a España al grupo de naciones que debían
recibir los beneficios de la ayuda norteamericana. Esto demostraría que,
contrariamente a su imagen de subordinado a los comunistas y a la URSS, Negrín
actuó siempre teniendo en cuenta los intereses del sufriente pueblo español.
Falleció en París a la edad de 64
años, de una dolencia cardíaca. Está enterrado en el cementerio del Père
Lachaise. Dejó dispuesto que su muerte se anunciara dos días después, y que
sobre su lápida no se escribieran más que sus iniciales: "J.N.L."