sábado, 3 de noviembre de 2012

Intelectuales de izquierda en el Madrid republicano I




“Me dijo su nombre. Su apellido es otro pero aquí lo llamare Falcó...”
Mario Benedetti, Exilios, Primavera con una esquina rota, 1982”

Las apasionantes y frenéticas vidas de Irene y César Falcón en el periodo de 1920 a 1939, nos invitan a reflexionar sobre el compromiso militante de los intelectuales en aquellos momentos de lucha revolucionaria y antifascista, y de utilización de medios como la literatura, el cine o el teatro en la toma de conciencia de las masas sobre el mundo contradictorio en el que les tocó vivir.

César Falcón (1892-1970), fundador junto a José Carlos Mariátegui del Partido Socialista Peruano. En 1919 ambos se vieron obligados a abandonar su país porque el periódico La Razón que Falcón había fundado poco antes, publicó un artículo en el que definía a los miembros del Parlamento de personal senil y claudicante. Su viaje, rememorado por Irene Falcón, debió ser apasionante. Salieron hacia Nueva York donde encontraron a los trabajadores de los docks neoyorkinos en huelga y luego arribaron a Alemania en plena revolución espartaquista. A finales de 1919 llegaron al puerto de El Havre, desde donde se dirigieron a París, donde permanecieron unas semanas antes de separarse. Mariátegui fue a Italia y Falcón, se encaminó hacia Madrid. Antes de que el primero regresara a Perú, en 1920, ambos fundaron en Italia el Partido Comunista de Perú.

Afincado en España, hacia principios de 1920, empezó a remitir artículos a los diarios La Vanguardia de Barcelona y El Liberal de Bilbao, donde trabajaba como periodista y tenía gran influencia el socialista vizcaíno Indalecio Prieto, y a España, semanario dirigido por el también socialista vasco Luis Araquistáin. Viajó como corresponsal por la Europa de entreguerras, en la Alemania de los consejos, redactó crónicas desde las fábricas italianas ocupadas por los huelguistas, y de la huelgas de los ferroviarios, se convirtió en un “intelectual comprometido”. A finales de 1923, cuando se encontraba en Alemania junto al entonces director de El Liberal Miguel Moya Ojanguren, este recibió la noticia de su destitución por el cambio editorial en consonancia con el del gobierno que giró a la derecha con la llegada de Primo de Rivera al poder.

Recuerda su compañera Irene Falcón como, durante este periodo de la Dictadura primoriverista, César Falcón, participaba en las diatribas entre Unamuno, Valle Inclán y Gabriela Mistral en el café del Ateneo de Madrid y a las tertulias de Ramón Gómez de la Serna en el café Pombo. El periódico El Sol, inspirado por el filósofo Ortega y Gasset y el magnate papelero vasco Urgoiti, siguió una trayectoria inversa a El Liberal y de aplaudir la proclamación del dictador, pasó a convertirse en crítico con la Dictadura. En él escribían lo que se consideraba la créme de la créme del republicanismo español: además del ya citado Ortega y Gasset, Fernando de los Ríos, Pérez de Ayala, Moreno Villa, Américo Castro…. Margarita Nelken era la crítica de arte y el también con el tiempo, comunista, el compositor Bacarisse, la de música. En sus páginas no se publicaban noticias sobre toros y loterías con el fin de acabar con estos dos “vicios nacionales” (que hoy siguen, vivos e incuestionados, sobre todo el segundo).

César obtuvo la corresponsalía de El Sol en Londres del periódico. Hacia 1925, César Falcón contrae matrimonio con Irene Levy (Luego conocida como Irene Falcón (1907-2000), una chica española hija de un judío polaco y de una asturiana, joven de apenas 17 años a quien había conocido en Madrid e invitado a trasladarse con él a Londres. En mayo de 1926, tuvieron a su hijo Mayo, quien no pudo inscribirse en el Consulado español, al estar en plena dictadura de Primo de Rivera.


Irene se unió a César Falcón en el envío de artículos; si bien el primero lo hacia al matutino El Liberal, la segunda lo hacía al vespertino La Voz, ambos propiedad de empresarios vascos, Horacio Echevarrieta y Urgoiti, respectivamente.

Irene y César vuelven a España coincidiendo con la proclamación de la II Republica. Poco antes, César Falcón funda la Editorial Historia Nueva, con la que edita El Pueblo sin Dios, una novela sobre el tremendo trato que recibían los indios en el Perú, por la que recibió un homenaje en Madrid en un acto en el que están presentes Eduardo Marquina, Álvarez del Vayo, el futuro presidente de la República Juan Negrín, Gregorio Marañón, Ramón J. Sender, Pepín Díaz Fernández, diputado de Izquierda Republicana y autor de El Blocao novela emblemática para esa época. Historia Nueva editó “el Botín”, del socialista de izquierdas Julián Zugazagoitia, etc.

Irene Falcón dirigía por su parte una colección de libros de mujeres, de lo mejor sobre literatura feminista de la época, inspirada por la colección “La Novela Ideal”, dirigida por la dirigente anarcosindicalista Federica Montseny. Publicaron La técnica del Amor de Doris Langley Moore; La dama y los bolcheviques de Vera Imber, una aristócrata de Crimea que se hizo bolchevique; editaron también Hypatia, un libro feminista de Dora Russell, mujer de Bertrand Russell, matrimonio a quien los Falcón conocieron en Londres,  que recrea a la científica alejandrina del siglo VI figura en la que también se basa el film Ágora de Alejandro Amenabar en respuesta al Lisístrata, publicado por Revista de Occidente.

Irene Falcón escribió el prólogo de esta obra: “ La emancipación femenina debe traer consigo la paz de los pueblos, debe evitar por todos los medios que se repitan los horrores de la guerra, que sus hijos, súbditos de naciones civilizadas, maten  y se dejen matar sin ninguna razón, obligados por un patriotismo falso, porque el verdadero patriotismo es el amor a la humanidad. Si las mujeres y las esposas saben explicar esto a sus hombres con inteligencia, lograrían vencer la atracción de las trompetas y de los tambores y de todo el engaño decorativo del militarismo”....Lástima que, al parecer no se hayan conservado o no se sepa donde se encuentran estas ediciones.

César Falcón, por su parte pasa a dirigir la nueva revista Nosotros que llevaba el explícito subtítulo de Órgano de la Revolución Mundial,  que afirman que “lo preciso es ir al porvenir, definirse como reclama el hombre de la calle, con misterioso presentimiento de la eficacia de la definición, es lo preciso en nuestros días” (Nosotros, 1º de Mayo de 1930). Aquí colaboraron entre otros: César Muñoz Arconada, posteriormente secretario de la JSU de Madrid y escritor comunista en el exilio; el ya citado, Julián Zugazagoitia, ministro de la gobernación de la República; Marcelino Domingo, ministro de instrucción pública; la que, ya en la transición fuera la primera mujer académica de la Lengua española, Carmen Conde; Rosa Chacel; Ramón J. Sender; y Ana Luisa Strong, una norteamericana que luego viajó a la URSS y se hizo comunista.

Se trata del compromiso del intelectual con los asuntos sociales que habían proclamado autores como el comunista italiano Antonio Gramsci. En esta frenética actividad participa activamente en la organización Izquierda Revolucionaria y Antiimperialista (IRYA) pero también en su Central de Teatro Proletario, iniciativa algo posterior a las Misiones Pedagógicas, inspiradas en los valores de la Institución Libre de Enseñanza y contemporánea a La Barraca que Federico García Lorca anima bajo los auspicios de Fernando de los Ríos como ministro de instrucción pública de la República, concepciones del universitario o del intelectual como “educador del pueblo”, pero a partir de la representación de obras clásicas o de nuevas obras pero relacionadas con un teatro que siempre fue una crítica social.

Tras los cambios introducidos con la incorporación de José Díaz y Dolores Ibárruri en el IV Congreso del PCE celebrado en Sevilla en 1932, el grupo de IRYA decide ingresar en el Partido. En julio de 1933 se constituyó el Comité español Antifascista de ayuda a las víctimas del fascismo hitleriano, presidido por el poeta Pedro Salinas, con Dolores Ibárruri y Wenceslao Roces en la Comisión política; César Falcón y Paco Galán en la organización e Irene y Fernando Claudín entre otros en la de Administración. Desarrollaron una gran actividad de solidaridad en la defensa del secretario de la Komintern Giorgi Dimitrov y sus camaradas en Berlín acusados de incendiar el Reichstadt.

Siguiendo los pasos de las Misiones Pedagogicas y de la Barraca, Cesar e Irene Falcon lideraron un grupo de Teatro Proletario a partir de la improvisación de obras clásicas, en la Sierra de Madrid, actuaron en salas de la capital y llevaron adelante giras por pueblos de Asturias, Cantabria, Vizcaya y Toledo, llegando a organizar conferencias y a elaborar y representar obras propias. En el verano de 1933 viajaron a Moscú por vez primera, para participar en el primer Congreso Internacional de Teatros Proletarios, también llamada Olimpiada Popular de Teatro. Los acompañaron los catalanes Ramón Pujol y Santiago Masferrer, escenografista y crítico, respectivamente. Conocieron a Erwin Piscator, director de los teatros de Moscú y autor de la obra de referencia Teatro Político. En Moscú se ensayaban técnicas vanguardistas también en escenografía, desapareciendo el techo del teatro para dar paso a escenas de aviones, o impregnando de olores relacionados con los hechos dramatizados en las salas.

Durante la guerra César Falcón fue codirector de Mundo Obrero y organizó el Altavoz del Frente, un organismo de Agitación y Propaganda encargado de difundir la Cultura en las trincheras, al que se deben numerosos documentales cinematográficos sobre la guerra y en el que llegó a participar el poeta Miguel Hernández. También en la guerra, Falcón puso en marcha el periódico Frente Rojo, y llegó a participar en una delegación ante la Sociedad de Naciones con el ministro de Asuntos Exteriores de la República, Álvarez del Vayo. Después de la guerra regresó a Perú y en 1945 estaba en Estados Unidos. Así perdió el contacto con Irene Falcón, afincada en Moscú como asistente de la Pasionaria. Falcón rehízo su vida en México tras no poder regresar a EE.UU. por la crítica que hizo en una nueva novela al sistema político norteamericano. Murió en Lima en 1970, junto a su hermano Jorge, quien en 1977 le relató episodios de su vida a quien durante algún tiempo fuera su compañera sentimental y política, Irene Falcón, cuyas memorias forman la base de este artículo.

Fuentes:

Irene Falcón: Asalto a los cielos. Mi vida junto a Pasionaria, Temas de Hoy, Madrid, 1996

Pablo Díaz Morlán: Horacio Echevarrieta, El capitalista Republicano, Madrid, 1999

Juan Marichal: El secreto de España, Taurus, 1995

Santos Juliá: Historias de las dos Españas, Taurus, Madrid, 2004



José Gabriel Zurbano Melero
Historiador

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