Según algunos de ascendencia
moldava, polaco para otros, militante comunista enviado por la Komintern a España en los años de la República, participando
en la organización del PCE en Asturias, Valencia y Mallorca, Canarias... al Empezar la
guerra civil española era el encargado técnico de las emisiones de la PCEI, la
Emisora de radio del PCE. Estaba emplazada en la sede del Comité Central de la
calle Serrano de Madrid. Era el encargado técnico de las emisiones de radio. Allí
trabajada Kety Lewi, la hermana de Irene Falcón, secretaria de Dolores
Ibárruri, que es quien nos habla de este personaje. “Era un hombre muy
introvertido y reservado que hablaba en un magnífico español con un acento
indeterminado”[1]…Para
algunos detractores de la figura de Dolores o de Santiago Carrillo, como
Gregorio Morán, e incluso para algunos que se han acercado a ellos con cariño,
como Manuel Vázquez Montalbán, “Vicente Llopis” o “Kefin Granowdosy” o “Filiberto
Quiñones” o simplemente “PACO” es un
absoluto héroe de la resistencia comunista antifranquista. Carrillo sostiene en
sus memorias las sospechas que llevaron a acusarle de agente franquista…Como se
sabe, durante mucho tiempo se habló de Quiñones como un hombre que no se había
sometido a la disciplina del Partido y que, por lo tanto era enemigo. El
quiñonismo era sinónimo de desviacionismo para todo el mundo….”
No se sabe apenas nada de lo que
pasó tras la guerra con Quiñones, sólo que fue torturado por la policía alemana
y logro salir sin ser internado en el Campo de Albatera y luego por la Prisión
de Valencia, donde coincidió entre otros con el dirigente comunista vasco Ramón
Ormazabal y de donde se escapó con la ayuda de un cura[2].
A éste último se le achacó no haber sido capaz de contrarrestar el trabajo de
disgregación de Quiñones entre los presos comunistas a propósito de sus
críticas al pacto Nazi Soviético, lo que es notable para una persona qua había
trabajado años atrás como agente de la Komintern.
Reaparece para la historia en abril
de 1941 en Madrid, tras la caída de las primeras direcciones reconstituidas,
bajo iniciativa de otro agente de la Komintern, el ingeniero electrónico José
Wajsblum se formó una Comisión Central Reorganizadora, que bajo la influencia
de Quiñones se configuró como “Buró Político Central” para cuya dirección él
mismo fue elegido en una Conferencia de comités regionales y provinciales que
se celebró a mediados de 1941 para quedar establecido este B.P. en septiembre
de ese año. (En junio de este año, se
había producido el ataque sin declaración de guerra de Alemania nazi a la URSS)
Esta estructura contaba con una
secretaría de organización y otra de agitación y propaganda a escala nacional y
otros responsables militares y de información y recuperación en las cárceles.[3]
La clandestinidad requería unas fundamentales
y básicas normas de seguridad con el fin de evitar las detenciones en masa. El
propio Quiñones fue el encargado de crear unas estrictas y severas
instrucciones de comportamiento. Se generan nombres falsos, documentación
falsa, citas de seguridad, pisos de seguridad, etc. Quiñones dirigió la elaboración
de un documento “Anticipo de tesis política” donde se apuntaba ya la creación
de una Unión Nacional de todos los
antifranquistas para derrocar a los regímenes fascistas y autoritarios, lo que
entraba en contradicción con la subordinación al pacto nazi-soviético, que iba
a ser rápicdamente
Mientras tanto el PCE mantenía
una fuerte organización en Francia, donde Carmen de Pedro, antigua mecanógrafa
del Comité Central, Manuel Azcárate y Jesús Monzón, eran sus principales cabezas.
En teoría dependían de la máxima dirección exiliada en la URSS y en México.
El Buró Político en México no
veía con buenos ojos la línea política seguida por la nueva dirección del PCE
en el interior. Especialmente sus críticas a
…Así fueron enviados desde Tampa
(Florida) a los militantes Jesús Larrañaga, Imanol Asarta e Isidoro Diéguez,
quienes llegaron en un carguero a Lisboa. Sin embargo, a su llegada a Portugal,
la policía salazarista detiene y deporta
a España a estos tres dirigentes, que serían fusilados en enero de 1942.A partir
de estos hechos, al parecer Heriberto Quiñones restringió al máximo cualquier contacto con la dirección en el
exterior, lo que coincidió con la desarticulación de muchas de las células y estructuras
creadas debidas a una sorprendente eficacia de la policía franquista.
El secretario del B.P. de México,
Vicente Uribe, envió entonces una carta a Carmen de Pedro, a Toulouse, como
teórica máxima dirigente en Francia, aunque estas funciones las había asumido Jesús Monzón Repáraz, a la sazón, su
compañero sentimental. Acordaron enviar a un enlace a hablar con Quiñones, el
vasco Jesús Carreras Olascoaga, entrevista que se celebró a finales de 1941, en
las cercanías de la Plaza de Cibeles. En aquella entrevista, Quiñones informa
de la situación organizativa en el interior y de las contradicciones con los
postulados del B.P. de México, a la vez que le solicita financiación por parte
del PCE en Francia.
Carreras Olascoaga, mostró a
Quiñones una carta de Uribe, en la que expresa que la única dirección válida
era la de los dirigentes en el exilio. Carreras, entregó a a Quiñones también
varios ejemplares del periódico “Reconquista de España” que se estaba editando
en Francia, quien los recibió con agrado. Sin embargo se negó a darle a
Carreras los nombres que integraban su
estructura organizativa, aduciendo motivos de seguridad.
Carreras antes de regresar a
Francia mantuvo citas con otros camaradas en Euskadi. Estos le expresaron su
desconfianza en la exagerada estructura quiñonista y en la línea política
creada por aquel dirigente. Siendo ya todos conscientes de las profundas
divergencias existentes entre los dirigentes comunistas españoles del exterior
y del interior del país. Durante
1942 y 1943 se produjo un alto índice de
detenciones y desarticulaciones de células comunistas por parte de la policía.
Quiñones respondía con muy poca diplomacia que la mayor parte de las veces las
detenciones sucedían por la relajación en el cumplimiento de las normas de
seguridad. Esta crítica feroz y posiblemente poco objetiva, le granjeó hondo
malestar en buena parte de la militancia comunista.
Este malestar coincidió además,
en el tiempo, con los procesos de purgas, expulsiones e incluso asesinatos
abierto por la Komintern y el estalinismo en el seno de los partidos comunistas
a escala europea. En el caso concreto del PCE estos mecanismos empezaron a
cobrar fuerza con el quiñonismo y fueron creciendo paulatinamente en intensidad
con la llegada de otros dirigentes, como fue el caso de Jesús Monzón,
responsable máximo de las células comunistas desde finales de 1943 hasta
principios de 1945.
Las purgas afectaron a todo el
armazón de la clandestinidad comunista en España, desde los cuadros dirigentes
hasta los militantes de base. Heriberto Quiñones fue acusado de traidor,
delator y agente británico, máxime tras su detención en diciembre de 1941 –denunciado
por un compañero- y la caída de otros compañeros de su aparato (hasta 100
militantes, según algunas fuentes) y de su estructura organizativa. Tras ser objeto
de duros interrogatorios, en septiembre de 1942 fue condenado a muerte y
fusilado en octubre de 1942, junto a sus compañeros Luis Sendín y Ángel Sendín.
Diez meses antes habían sido fusilados los comunistas vascos Manuel Asarta y
Jesús Larrañaga, el madrileño Isidoro Diéguez y el catalán Jaume Girabau. En la
épica del PCE estos últimos fueron exaltados por el Partido, que les homenajeó,
mientras que Quiñones fue acusado de
desviacionismo…y hasta de agente británico.
Comenzaba una nueva etapa en el
PCE con su fuerte presencia en Francia, a través de Jesús Monzón, compañero de
Carmen de Pedro, quien ostentaba de facto el papel de máximo dirigente del
Partido. Y, en paralelo a esto el ascenso del aún joven Santiago Carrillo,
quien a la muerte del antiguo secretario de organización Pedro Checa, en 1942,
disputaba el control de buena parte del aparato al hasta entonces todopoderoso
dirigente desde Mexico, Vicente Uribe[4].
Santiago Carrillo hizo descansar
en las declaraciones de uno de los pocos dirigentes que lo habían conocido y
sobrevivieron, Ramón Ormazabal, para sus acusaciones sobre Quiñones. Que
también puede interpretarse como el cierre de una etapa a olvidar para todos (Final
en derrota de la guerra civil, Pacto nazi-soviético y múltiples caídas de
militantes). Y como en toda épica hay personajes que se canonizan y otros a los
que se envía a las tinieblas exteriores. Estos últimos son los herejes de los
herejes: Heriberto Quiñones…el desviacionista…fue rehabilitado en 1988...en las revisiones del PCE postcarrillista. Juan Negrín fue rehabilitado por el PSOE en 2008...
[1] Irene
Falcón: Asalto a los Cielos, Madrid, 1996, pp.179-180
[2] Norberto
Ibáñez Ortega y José Antonio Pérez Pérez: ORMAZABAL, Biografía de un comunista
vasco(1910-1982), Bilbao, 2005, pp. 92 y ss.
[3] Carlos
Fernández, “Madrid, ciudad clandestina comunista” en Cuadernos de Historia
Contemporánea, Madrid, 2004, pp. 161-180
[4] Santiago
Carrillo, Memorias, Planeta, Barcelona, 1993, pp. 360 y ss.
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