pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno." (Antonio Machado)
La Figura de Robespierre, ha sido
y es muy controvertida, sobre todo por el grado de paroxismo que alcanzaron sus
delirios durante el final de la etapa del Terror. Pero quiero presentarles
algunos aspectos que ponderarán mejor su figura.
El Comité de Salvación Pública se
había instalado en las Tullerías, en el hasta entonces pabellón de Flora,
convertido ahora en pabellón de la Igualdad. Lo formaban Robespierre, Saint-Just, Couthon, Collot d’Herbois, Barère,
Billaud-Varenne, Lazare Carnot, Lindet, Prieur de la Marne y Jean Bon Saint-André
Tres hombres se encontraban en un
pequeños despacho: Robespierre, tirano para unos, dirigente supremo e ilustrado
de la República para otros; Jean Bon Saint-André, responsable de la marina en
el Comité de Salvación Pública, nombrado en julio de 1793, y por último
Pierre-François Gréville, el policía más misterioso de Francia. En realidad,
aunque sólo dependiera de Robespierre y fuese el jefe discreto y omnipotente de
la policía secreta de la República, el general Gréville únicamente aparecía por
la administración, cuando se lo pedían, como un oficial de grado desconocido que
dependía del “despacho de policía general” que estaba formándose ya a las
órdenes de Saint-Just, es decir, de Robespierre.
Nombrado, esta vez de manera más
ostensible, general de la Guardia Nacional- y aquello le enojaba
extraordinariamente-, aquel alto grado le permitía tener autoridad para
dominar, bajo mano pero con mucha firmeza, la “legión de policía parisina”, bastión de los “sans culottes” enemigos jurados de los moderados. Y muy eficaces.
En 1794 Robespierre, a sus
treinta y seis años, era un hombre elegante, cuidado casi atildado, de aspecto
enfermizo, enclenque y frágil., a pesar de ello sabía mostrarse implacable y
tenía frecuentes ataques de cólera. Había prestado su juramento como abogado en
1781, en Arrás, su ciudad natal (…). Apodado el Incorruptible, el dueño de Francia vivía con mucha sencillez,
alquilado en un modesto apartamento amueblado en casa del carpintero Duplay, en
la calle Honoré. Una frase de un discurso de Robespierre había conmovido particularmente:
“El resorte del gobierno popular en revolución es la virtud y el terror: la
virtud sin la que el terror es funesto, el terror sin el que la virtud es
impotente”…
Luis XVI, convertido ya en el
ciudadano Capeto, fue guillotinado en enero de 1793
El 2 de junio de 1793, bajo la
dirección en la sombra de los jacobinos, los sans culottes, armados, habían cercado la Asamblea y obligan a la
Convención a decretar la prisión del grupo dirigente girondino. Sus portavoces
Marat, Hebert y Jacques Roux, consiguen algunas reivindicaciones (igualación de
fortunas mediante los impuestos, partición de latifundios, distribución
equitativa de víveres, etc.). Se promulga una nueva Constitución de carácter democrático
inspirada en el modelo de Rousseau y un referéndum legislativo. El artículo 1º
de la Constitución decía: “El fin de la sociedad es la Felicidad común”. Creían
que la nación tenía obligaciones sagradas con los desheredados, y por ello
ordenaron que en cada departamento se abriera un libro de la beneficiencia
nacional, para los "habitantes del campo”, donde se registraran las ayudas que se
daban a ancianos e impedidos, o a viudas con hijos. Saint Just parecía dedicar
a los pobres una atención propia de un franciscano. “Los desgraciados son los
poderosos de la tierra, y tienen derecho a hablar como señores a los gobiernos
que les olvidan”
Pero también había llegado a una
conclusión terrible: “No importa sacrificar la generación presente para
conseguir la felicidad de las generaciones futuras”….Rousseau dijo: “Hay que obligar a
la gente a ser libre”
La burguesía fomenta movimientos
regionalistas para contrarrestar el fervor revolucionario del pueblo de París. Sobre
todo se aviva la llama contrarrevolucionaria en la región de La Vendée y otras regiones entre ellos algunos del país vasco francés (los Chuanes)
El 1º de julio de 1793, se
renueva el Comité de Salvación Pública y se forma un gobierno revolucionario.
El 3 de julio, Marat es asesinado por Carlota Corday.
Robespierre, el jefe jacobino se
consideraba un discípulo de Rousseau y, como él, pensaba que la democracia
tenía que ser directa y universal y que debía conseguir la igualdad, no sólo de
los derechos sino también de las propiedades. El gobierno tenía que escuchar al
pueblo. Pero Robespierre creía que la democracia debía ser dirigida, porque no
es posible confiar en la espontaneidad revolucionaria de las masas. “El pueblo
quiere el bien, pero no siempre lo ve”.
Robespierre y los jacobinos
querían construir un mundo justo, y no tengo porque acusarles de falsedad,
Saint-Just predicaba una era de justicia: “Que Europa sepa que no queréis ni un
solo desdichado, ni un solo opresor más sobre el territorio francés. La
Felicidad es una idea nueva en Europa”.
El verdadero fracaso de los
jacobinos y de la Revolución fue que se hizo para defender los derechos de los
ciudadanos. De ahí sacaba su fuerza y su razón de ser. Los jacobinos
destruyeron la fuente de su energía cuando para aumentar su fuerza y su poder destruyeron
los derechos de los ciudadanos que eran su razón de ser.
El 10 de octubre de 1793 comenzó “El
Terror”: suspensión de la Constitución, de la división de poderes…. Robespierre,
pretendió situarse en el centro de su movimiento, en marzo de 1794 se deshizo
de Hebert, por ultrarrevolucionario y de Desmoulins y de Dantón por “indulgente”.
Apenas tres meses después, el 8 de junio llegó el paroxismo de
Robespierre. Se organizío una fiesta del Ser Supremo. Nadie creía que una
nación pudiera mantenerse unida sin el cemento de una religión. Robespierre
pronunció un discurso ante el público congregado en el jardín de las Tullerías
exhortando a rendir un homenaje al Autor de la naturaleza. Luego tomó una
antorcha y descendió del estrado, hasta el centro del jardín donde se situaba
un estanque donde el pueblo había situado unos muñecones que representaban el
ateísmo, la ambición, el egoísmo y la hipocresía, arrimó la antorcha y los
muñecos ardieron y tras de ello surgió la estatua de la sabiduría, pero
apareció parcialmente chamuscada.
Una vez terminado el espectáculo,
Robespierre, seguido de toda la multitud, se dirigió al Campo de Marte. Llevaba
en la mano un gran ramo de flores y espigas. Pareciía radiante y su rostro
mostraba una sonrisa fina y fría como una cuchillada. En el centro de la plaza
se había construido una montaña preparada para recibir a la Convención, a los
músicos y a dos mil quinientas personas, venidas de todo París. Robespierre iba
el primero y ocupó la cima de la montaña. Debajo de él, la Convención, y más
abajo todavía, el pueblo (A quien había que escuchar). La ceremonia en vez de
ser la exaltación del Ser Supremo, se había transformado en una insoportable
exaltación de Robespierre…Era el 8 de junio de 1794…49 días más tarde,
Robespierre caía y es ajusticiad.
Robespierre tenía una idea muy curiosa de la Soberanía.
Dice que la Soberanía es la propiedad común del Género Humano, que es su
verdadero titular, y que cada pueblo tiene derecho a su parte…Una nación tiene
una soberanía subordinada a la humanidad. No puede atentar conra la soberanía
de otra nación, porque entonces estaría atentando contra la humanidad entera,
pero tampoco puede encastillarse en su propia autonomía.
En la Constitución republicana
jacobina de 1793, se lee:
“Los hombres de todos los países
son hermanos y los diferentes pueblos deben ayudarse mutuamente como los
ciudadanos de un mismo Estado. El que oprime a una nación se declara enemigo de
todas. Los que hacen la guerra a un pueblo para detener el progreso de la
libertad y aniquilar los derechos del hombre, deben ser perseguidos por todos,
no como enemigos ordinarios, sino como asesinos y criminales rebeldes, Los
tiranos se rebelan contra el soberano de la tierra que es el género humano.
Nobles máximas que luego se contradijeron con la exaltación del terror y el
liberticidio posterior.
Golpe de Estado de Thermidor. El 27 de julio de 1794 (9 de
Termidor), tras una gran batalla en el Norte que abrió Bélgica a la Revolución,
la Asamblea decretó la acusación contra Robespierre, Sain-Just, Couthon…Fueron
detenidos y posteriormente liberados por Hanriot, comandante de la guardia
nacional ayudado por secciones populares de la Comuna revolucionaria de París. Robespierre
quedó noqueado y no reaccionó y sus tropas y el pueblo que lo apoyaban se
dispersaron por la noche. Lo detuvieron de nuevo y fue inmediatamente
guillotinado el 10 de Thermidor, con Saint-Just, Couthon y Hanriot y un
centenar de sus seguidores.
Los thermidorianos tomaron el
poder. Se mostraron tan corruptos como virtuosos fueron sus predecesores,
demasiado celosos, tal vez. Gobernaron sin el pueblo, contra él a menudo, pues “la
izquierda” había desaparecido con sus representantes, de Marat a Robespierre
pasando por Hébert y Babeuf. Bajo el Directorio, consumaron su obra de
destrucción instaurando una dictadura militar cuyo instrumento fue Bonaparte.
El resto ya lo conocemos…
Bibliografía utilizada:
Frédéric H. Fajardie: La venganza
del Sable, Edhasa, 2008
José Antonio Marina: Los sueños
de la Razón, Ensayo sobre la experiencia política, Barna, 2003
Atlas Histórico Mundial
Enciclopedia de Historia
Universal Salvat
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