Victorio Macho, Palencia 23 de diciembre de 1887-13 de julio de 1966) (En el 50 Aniversario de su fallecimiento).
De familia humilde, hijo de un ebanista y familia de boticarios en Saldaña y Herrera de Pisuerga, con 15 años y una beca de la Diputación de Palencia va a Madrid a estudiar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Recibe varios encargos pero no recibe el espaldarazo definitivo hasta haber cumplido los treinta años, con varia obras. Sus ideas republicanas, hacen que se exilie en Francia durante la Dictadura de Primo de Rivera, esculpe a Unamuno y Ramón y Cajal, entre otros. Vuelve a España donde realiza la colosal escultura del Cristo del Otero en Palencia, que termina hacia 1930. Entusiasta republicano, visita al comité revolucionario preso en la Carcel Modelo de Madrid antes de la proclamación de la República, tras el primer movimiento republicano fracasado en 1930. De esta época son estas palabras suyas recogidas en su novelita "Estampas de la Revolución", recogidas por Gonzalo Santonja en "Las Novelas Rojas", Ediciones de la Torre, Madrid, 1994, pp. 268 y ss. Durante la Guerra Civil, pasará de Madrid a Valencia junto al Gobierno Republicano, desarrollando una frenética actividad artística, realizando esculturas de líderes del momento, como uno a Dolores Ibárruri, La Pasionaria
En 1939 se exilia y pasará por Francia, la Unión Soviética, Colombia y Perú, donde se casa con Zoila Barrós Conti. En 1952 vuelve a España con la autorización del Régimen y se instala en Toledo, donde muere el 13 de junio de 1966, víctima de silicosis. Como decimos, de 1930 son estas palabras suyas:
"Yo, que llegaba de una ciudad emponzoñada por la tiranía de los amos de la tierra y de la conciencia de muchos seres…Yo el creador y constructor de un cristo colosal elevándose sobre el camposanto de la Historia de Castilla...Yo, el que, debatiándose como un león contra la más sorda y taimada oposición clerical que jamás provocó y sufrió un artista en España...Di forma plástica al Cristo del socialismo -que no Corazón de Jesús como soñaron los fariseos...Un Cristo seco asiático, humilde, dulce y lívido como una sombra redentora y fraternal en medio de los campos infinitos, de las parameras ceñudas, desoladas, de las tierras aradas, de los surcos sembrados, de los trigales nuevos, de las gavillas doradas. Un Cristo geométrico como una cruz, erecto como una protesta que surgiera de la tierra larvada y minada por la terrible plaga bíblica, de mil generaciones de caciques sin alma y de clérigos lascivos poseídos del espíritu infernal del inquisidor Torquemada. Los verdugos de los hombres del agro, los señoritos canallas, cultuvadores del analfabetismos, porque ellos son analfabetos también."
Los
sátiros babosos, rabiosos y galiposos, los que violaron bestialmente la
maternidad de las humildes mujeres de la estepa castellana antes de que
naciera al Héroe al Genio al Superhéroe vengador.
Los vampiros de los santos sudores de una raza, sobria, fuerte, formidable, esa raza que yo había dibujado con tanto amor...." (...)
EL CRISTO DEL OTERO
"Estoy sentado en el Ateneo, entre varios escritores y artístas, se acerca a mí un amigo de la niñez [En Palencia]. Aquel amigo rico, amable y comprensivo, que tenía una espléndida casa con portero de librea. Aquél niño con trajes de terciopelo y preceptor que salía a pasear en un coche de lujo como un príncipe retratado por Van Dyck.
¡Oh, sorpersa del Tiempo! ¡Eterna transformación de las cosas! ¡Maravillosa evolución de los seres!
- Te vamos a tirar el Cristo!, me dijo
- ¡Muy bien!, contesté, me parece una idea que responde perfectamente a estos momentos.
- Pero para realizar esto necesitamos que nos acompañes tú
- Hombre, ¡eso...no! Porque entonces podrían pensar los queridos enemigos que lo destruía yo mismo porque no me gustaba. Y, francamente, creo que es una obra de arte.
- Entonces ¿no nos acompañas?
- No! Desde luego que no! pero si os recomiendo una idea. Esta: ¿Por que no hacéis antes un ensayo cerca de Madrid [Se refiere Victorio Macho al Sagrado Corazón que se había erigido en el cerro de los Ángeles, en Getafe]
Se irguió con un ademán elegante y se fue...
Los contertulios estaban sorprendidos, protestaban. Un discípulo mío se levantó airadamente. Hube de contenerle. Y les dije:
"Si cuando allá en Palencia, en aquellas mañanas de febrero , con un frío atroz, siberiano, cuando yo subía tan ilusionadamente al Otero Yermo, que se erguía para mí como un Sinaí; si en aquellas horas llenas de afanes creadores, cuando trepaba por los andamios, próximo a dar cima a la estatua colosal. Si cuando me asomaba a lo más alto de aquella trama de maderas, que parecía el puente de un buque fantasma que navegase sobre el gran océano de niebla densa que se extendía a mis pies, cubriendo totalmente las Tierras de Campos.
O cuando fulminaba con la mirada a ciertos canónigos cerriles que se aproximaban taima y cobardemente a la base de la obra para atacarme después sañudamente en los cláustros catedralicios y en las reboticas...Si cuando yo estaba poseído de un ardor de creador alucinado..."
"El Cristo está sólo, Terriblemente sólo, en medio de aquellas tierras bíblicas, adustas, de imponente desolación. Esta sólo, ante la incomprensión más absoluta, ajeno a la insensibilidad de esos energúmenos ensotanados que se dicen sus ministros.
Mi Cristo ya está sólo sobre la cúpula de tierra calcinada de la humilde ermita del Otero. Cualquiera puede llegar a Él con Amor o con una formidable bomba de dinamita. Pero si tiene todo el espíritu que yo quise darle..Entonces, nadie le tocará !!! "
(Victorio Macho, Estampas de la Revolución, el primer fallido movimiento republicano se 1930, en Gonzalo Santonja, Las Novelas Rojas, Madrid 1994, pp. 268 y ss.)
Los vampiros de los santos sudores de una raza, sobria, fuerte, formidable, esa raza que yo había dibujado con tanto amor...." (...)
EL CRISTO DEL OTERO
"Estoy sentado en el Ateneo, entre varios escritores y artístas, se acerca a mí un amigo de la niñez [En Palencia]. Aquel amigo rico, amable y comprensivo, que tenía una espléndida casa con portero de librea. Aquél niño con trajes de terciopelo y preceptor que salía a pasear en un coche de lujo como un príncipe retratado por Van Dyck.
¡Oh, sorpersa del Tiempo! ¡Eterna transformación de las cosas! ¡Maravillosa evolución de los seres!
- Te vamos a tirar el Cristo!, me dijo
- ¡Muy bien!, contesté, me parece una idea que responde perfectamente a estos momentos.
- Pero para realizar esto necesitamos que nos acompañes tú
- Hombre, ¡eso...no! Porque entonces podrían pensar los queridos enemigos que lo destruía yo mismo porque no me gustaba. Y, francamente, creo que es una obra de arte.
- Entonces ¿no nos acompañas?
- No! Desde luego que no! pero si os recomiendo una idea. Esta: ¿Por que no hacéis antes un ensayo cerca de Madrid [Se refiere Victorio Macho al Sagrado Corazón que se había erigido en el cerro de los Ángeles, en Getafe]
Se irguió con un ademán elegante y se fue...
Los contertulios estaban sorprendidos, protestaban. Un discípulo mío se levantó airadamente. Hube de contenerle. Y les dije:
"Si cuando allá en Palencia, en aquellas mañanas de febrero , con un frío atroz, siberiano, cuando yo subía tan ilusionadamente al Otero Yermo, que se erguía para mí como un Sinaí; si en aquellas horas llenas de afanes creadores, cuando trepaba por los andamios, próximo a dar cima a la estatua colosal. Si cuando me asomaba a lo más alto de aquella trama de maderas, que parecía el puente de un buque fantasma que navegase sobre el gran océano de niebla densa que se extendía a mis pies, cubriendo totalmente las Tierras de Campos.
O cuando fulminaba con la mirada a ciertos canónigos cerriles que se aproximaban taima y cobardemente a la base de la obra para atacarme después sañudamente en los cláustros catedralicios y en las reboticas...Si cuando yo estaba poseído de un ardor de creador alucinado..."
"El Cristo está sólo, Terriblemente sólo, en medio de aquellas tierras bíblicas, adustas, de imponente desolación. Esta sólo, ante la incomprensión más absoluta, ajeno a la insensibilidad de esos energúmenos ensotanados que se dicen sus ministros.
Mi Cristo ya está sólo sobre la cúpula de tierra calcinada de la humilde ermita del Otero. Cualquiera puede llegar a Él con Amor o con una formidable bomba de dinamita. Pero si tiene todo el espíritu que yo quise darle..Entonces, nadie le tocará !!! "
(Victorio Macho, Estampas de la Revolución, el primer fallido movimiento republicano se 1930, en Gonzalo Santonja, Las Novelas Rojas, Madrid 1994, pp. 268 y ss.)
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