Afincado en España, hacia
principios de 1920, empezó a remitir artículos a los diarios La Vanguardia de
Barcelona y El Liberal de Bilbao, donde trabajaba como periodista y
tenía gran influencia el socialista Indalecio Prieto, y a España,
semanario dirigido por el también socialista vasco Luis Araquistáin. Viajó como
corresponsal por la Europa de entreguerras, en la Alemania de los soviets,
redactó crónicas desde las fábricas italianas ocupadas por los huelguistas, y
de la huelgas de los ferroviarios, se convirtió en un “intelectual
comprometido”. A finales de 1923, cuando se encontraba en Alemania junto al
entonces director de El Liberal Miguel Moya Ojanguren, este recibió la
noticia de su destitución por el cambio editorial en consonancia con el del
gobierno que giró a la derecha con la llegada de Primo de Rivera al poder.
Recuerda su compañera Irene
Falcón como, durante este periodo de la Dictadura primorriverista, César
Falcón, participaba en las diatribas entre Unamuno, Valle Inclán y Gabriela
Mistral en el café del Ateneo de Madrid y a las tertulias de Ramón Gómez de la
Serna en el café Pombo. El periódico El Sol, inspirado por el filósofo
Ortega y el magnate papelero vasco Urgoiti, siguió una trayectoria
inversa a El Liberal y de aplaudir la proclamación del dictador, pasó a
convertirse en crítico de la dictadura. En él escribían lo que se consideraba la
créme de la créme del republicanismo español: Ortega y Gasset, Fernando de
los Ríos, Pérez de Ayala, Moreno Villa, Américo Castro, Margarita Nelken era la
crítica de arte y el compositor comunista Bacarisse, la de música. En sus
páginas no se publicaban noticias sobre toros y loterías con el fin de acabar
con estos dos “vicios nacionales” (que hoy siguen, vivos e incuestionados,
sobre todo el segundo).
César obtuvo la corresponsalía de
El Sol en Londres del periódico. Hacia 1925, César Falcón contrae
matrimonio con Irene Levy (Luego conocida al tomar el apellido de su marido en
los artículos que envió desde Londres, como Irene Falcón 1907-2000), una
chica española hija de un judío polaco y de una asturiana, joven de apenas 17
años a quien había conocido en Madrid e invitado a trasladarse con él a
Londres. En mayo de 1926, tuvieron a su hijo Mayo, quien no pudo inscribirse en
el Consulado español, al estar en plena dictadura de Primo de Rivera. Ese año
en Inglaterra hubo una importante Huelga General, que empezó siendo de mineros,
pero que se extendió al transporte, paralizando toda la vida económica del
país. Ya se apercibieron de la flema británica, extendida a los obreros que
durante la huelga cultivaban tranquilamente sus jardincitos fiándolo todo a la
negociación de sus dirigentes tradeunionistas, origen de toda burocracia
sindicalista. Los miembros del Partido Comunista de Gran Bretaña eran entonces
casi todos hindúes, desde los militantes de base hasta el diputado Shapurji
Saklatvala, “camarada Sak”, uno de los mejores oradores en el parlamento
británico de aquella época y diputado por North Battersea. Compartía los
objetivos de Ghandhi aunque mantuvo una polémica con éste sobre los ritmos de
la descolonización de la India, Egipto, Palestina y Singapur. Como recuerda
Irene Falcón, Gandhi, diría en una ocasión “Sak va más allá de lo que nosotros
podemos en estos momentos”.
Irene se unió a César Falcón en
el envío de artículos; si bien el primero lo hacia al matutino El Liberal,
la segunda lo hacía al vespertino La Voz, ambos propiedad de empresarios
vascos, Horacio Echevarrieta y Urgoiti, respectivamente.
Irene y César vuelven a España
coincidiendo con la caída del dictador. Poco antes, César Falcón funda la
Editorial Historia Nueva, con la que edita El Pueblo sin Dios, una novela
sobre el tremendo trato que recibían los indios en el Perú, por la que recibió
un homenaje en Madrid en un acto en el que están presentes Eduardo Marquina,
Álvarez del Vayo, el futuro presidente de la República Juan Negrín, Gregorio
Marañón, Ramón J. Sender, Pepín Díaz Fernández, diputado de Izquierda
Republicana y autor de El Blocao novela emblemática para esa época.
Historia Nueva editó el suicidio del príncipe Ariel del comunista Balbotín, el
Botín, del socialista de izquierdas Julián Zugazagoitia, etc.
Irene Falcón dirigía por su parte
una colección de libros de mujeres, de lo mejor sobre literatura feminista de
la época, inspirada por la colección “La Novela Ideal”, dirigida por la
dirigente anarcosindicalista Federica Montseny. Publicaron La técnica del
Amor de Doris Langley Moore; La dama y los bolcheviques de Vera Imber, una
aristócrata de Crimea que se hizo bolchevique; editaron también Hypatia,
un libro feminista de Dora Russell, mujer de Bertrand Russell, matrimonio a
quien los Falcón conocieron en Londres,
que recrea a la científica alejandrina del siglo VI figura en la que
también se basa el film Ágora de Alejandro Amenabar) en respuesta al
Lisístrata, publicado por Revista de Occidente.
Irene Falcón escribió el prólogo de esta obra:
“ La emancipación femenina debe traer consigo la paz de
los pueblos, debe evitar por todos los medios que se repitan los horrores de la
guerra, que sus hijos, súbditos de naciones civilizadas, maten y se dejen matar sin ninguna razón, obligados
por un patriotismo falso, porque el verdadero patriotismo es el amor a la
humanidad. Si las mujeres y las esposas saben explicar esto a sus hombres con
inteligencia, lograrían vencer la atracción de las trompetas y de los tambores
y de todo el engaño decorativo del militarismo”.
...Lástima que, al parecer no se hayan conservado o no se
sepa donde se encuentran estas ediciones.
César Falcón, por su parte pasa a
dirigir la nueva revista Nosotros que llevaba el explícito subtítulo de
Órgano de la Revolución Mundial, que
afirman que “lo preciso es ir al porvenir, definirse como reclama el hombre
de la calle, con misterioso presentimiento de la eficacia de la definición, es
lo preciso en nuestros días” (Nosotros, 1º de Mayo de 1930). Aquí
colaboraron entre otros: César Muñoz Arconada, posteriormente secretario de la
JSU de Madrid; Julián Zugazagoitia, ministro de la gobernación de la República;
Marcelino Domingo, ministro de instrucción pública; la primera mujer académica
de la Lengua española, Carmen Conde; Rosa Chacel; Ramón J. Sender; y Ana Luisa Strong, una norteamericana que
luego viajó a la URSS y se hizo comunista.
Se trata del compromiso del
intelectual con los asuntos sociales que hasta entonces le habían sido más bien
ajenos. En esta frenética actividad participa activamente en la organización Izquierda
Revolucionaria y Antiimperialista (IRYA) pero también en su Central de Teatro Proletario,
iniciativa algo posterior a las Misiones Pedagógicas, inspiradas en los valores
de la Institución Libre de Enseñanza y contemporánea a La Barraca que
Federico García Lorca anima bajo los auspicios de Fernando de los Ríos como
ministro de instrucción pública de la República, concepciones del universitario
o del intelectual como “educador del pueblo”, pero a partir de la representación
de obras clásicas o de nuevas obras pero relacionadas con un teatro que siempre
fue una crítica social.
Tras los cambios introducidos con
la incorporación de José Díaz y Dolores Ibárruri en el IV Congreso del PCE
celebrado en Sevilla en 1932, el grupo de IRYA decide ingresar en el Partido.
En julio de 1933 se constituyó el Comité español Antifascista de ayuda a las
víctimas del fascismo hitleriano, presidido por Salinas, con Dolores Ibárruri y
Wenceslao Roces en la Comisión política; César Falcón y Paco Galán en la
organización e Irene y Fernando Claudín entre otros en la de Administración.
Desarrollaron una gran actividad de solidaridad en la defensa de Dimitrov y sus
camaradas en Berlín acusados de incendiar el Reichstadt.
César e Irene, perdieron sus empleos en los periódicos
burgueses y las penurias económicas los confinaron a una casucha en Ciudad
Lineal, entonces un barrio excéntrico de Madrid, pero es entonces cuando,
trabajando en Mundo Obrero, Irene conoce a Dolores Ibárruri, a la que quedará
ligada en los siguientes 56 años...(Ver artículo sobre Dolores Ibárruri en este
mismo blog)
Con su grupo de Teatro
Proletario a partir de la improvisación de obras en la Sierra de Madrid,
actuaron en salas de la capital y llevaron adelante giras por pueblos de
Asturias, Cantabria, Vizcaya y Toledo, llegando a organizar conferencias y a
elaborar y representar obras propias. En el verano de 1933 viajaron a Moscú por
vez primera, para participar en el primer Congreso Internacional de Teatros
Proletarios, también llamada Olimpiada Popular de Teatro. Los acompañaron los
catalanes Ramón Pujol y Santiago Masferrer, escenografista y crítico de teatro respectivamente. Conocieron a Erwin
Piscator, director de los teatros de Moscú y autor de la obra de referencia Teatro
Político. En Moscú se ensayaban técnicas vanguardistas también en
escenografía, desapareciendo el techo del teatro para dar paso a escenas de
aviones, o impregnando de olores relacionados con los hechos dramatizados en
las salas.
César Falcón fue candidato al Congreso por Málaga en una
lista en la que los comunistas iban en coalición con socialistas de izquierda
en las elecciones de noviembre de 1933, encabezada por el doctor Cayetano
Bolívar qjuien resultó elegido y fue el primer comunista elegido parlamentario
en España. Atendía a los obreros pobres y no les cobraba, sino que les daba
algo de dinero. En el parlamento, el como único comunista , leía párrafos
enteros de literatura revolucionaria, del Manifiesto Comunista o del Mundo
Obrero del día, para impedir que se votaran cosas que no eran deseables.
Durante la guerra César Falcón
fue codirector de Mundo Obrero y organizó el Altavoz del Frente, un
organismo de Agitación y Propaganda encargado de difundir la Cultura en las
trincheras, al que se deben numerosos documentales cinematográficos sobre la
guerra y en el que llegó a participar el poeta Miguel Hernández. También en la
guerra, Falcón puso en marcha el periódico Frente Rojo, y llegó a participar en
una delegación ante la Sociedad de Naciones con el ministro de Asuntos
Exteriores de la República, Álvarez del Vayo. Después de la guerra regresó a
Perú y en 1945 estaba en Estados Unidos. Así perdió el contacto con Irene
Falcón, afincada en Moscú como asistente de Pasionaria. Falcón rehizo su vida en
México tras no poder regresar a EE.UU. por la crítica que hizo en una nueva
novela al sistema político norteamericano. Murió en Lima en 1970, junto a su
hermano Jorge, quien en 1977 le relató episodios de su vida a quien durante
algún tiempo fuera su compañera sentimental y política, Irene Falcón, cuyas
memorias forman la base de este artículo.
Las apasionantes y frenéticas
vidas de Irene y César Falcón en el periodo de 1920 a 1939, nos invitan a
reflexionar sobre el compromiso militante de los intelectuales en aquellos
momentos de lucha revolucionaria y antifascista, y de utilización de medios
como la literatura, el cine o el teatro en la toma de conciencia de las masas
sobre el mundo contradictorio en el que les tocó vivir.
Fuentes:
Irene Falcón: Asalto a los cielos. Mi vida junto a
Pasionaria, Temas de Hoy, Madrid, 1996
Pablo Díaz Morlán: Horacio Echevarrieta, El capitalista
Republicano, Madrid, 1999
Juan Marichal: El secreto de España, Taurus, 1995
Santos Juliá: Historias de las dos Españas, Taurus,
Madrid, 2004
José Gabriel Zurbano Melero
Historiador
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