jueves, 6 de febrero de 2014

Juan Negrín, intelectual y político, socialista y republicano, hombre de Ciencia y de Estado




Perseguido por la imagen de los vencedores que lo incluyeron en "los malos españoles", siempre vinculado al "oro de Moscú"  y de sus correligionarios que lo expulsaron del PSOE por su pretendido y más que discutible pliegue a "los comunistas" etc., en este caso el doctor Negrín es otro gran desconocido para la mayoría de los españoles. Él mismo,probablemente dada su humildad como hombre de ciencia en su afán de anonimato, contribuyó a borrar las huellas de su transcedente paso por la política de Estado de la España del siglo XX.Fue un hombre de ciencia y de Estado un gran exponente de aquella generación de españoles que entre 1931 y 1936 protagonizaron un importante intento de modernización y de reinsertar en Europa a la atrasada y replegada España.

Juan Negrín López nació en Las Palmas el 13 de febrero de 1892, hará pues en breves días 122 años. Pertenecía a la oligarquía comercial de las islas que dio importantes hombres de letras a la España de principios del siglo XX y ahora nos da mediocres ministros de industria y energía. Entre otras cosas, en aquella época era costumbre de esta burguesía enviar a los vástagos a estudiar a Europa y tras cursar precozmente el bachillerato, el joven Negrín marchó a Alemania y se matriculó en la Facultad de Medicina de  Kiel y poco después en la de  Leipzig, donde obtuvo el grado de doctor el 3 de agosto de 1912, con poco más de veinte años de edad. En los años siguientes continuó realizando investigación y funciones docentes en el Instituto de Fisiología de Leipzig y se casó con una joven de la alta burguesía rusa que también estudiaba allí. Así se familiarizó con el idioma ruso, que añadió al inglés, francés y, alemán que ya dominaba. (Fue un Erasmus con buen aprovechamiento aquél…)

Resultado de todo ello fue que Juan Negrín fue uno de los miembros de la generación de 1914 más europeizados. España contaba ya  desde 1906 con todo un Premio Nobel en medicina como don Santiago Ramón y Cajal, quien pudo servir de guía y ejemplo para el joven investigador en fisiología. Por otra parte, aquella Alemania era también la vanguardia del socialismo europeo, que entonces era sinónimo de ser “moderno” de ser “europeo”. La Primera Guerra Mundial devuelve a Negrín a España, quien en 1917, gracias al apoyo de Cajal, se instala en un laboratorio específicamente formado para él en los sótanos de la Residencia de Estudiantes de Madrid. En 1922 ganó la cátedra de fisiología e la Universidad de Madrid y al año siguiente fue nombrado secretario de la facultad de Medicina, cargo en el cuál se reveló su gran capacidad ejecutiva, que  compaginó con la de secretario  de la Junta constructora de la Ciudad Universitaria, desempeñada sin percibir retribución alguna hasta el comienzo de la Guerra Civil.

En la primavera de 1929, Negrín ingresó en el PSOE, lo que fue noticia y se publicó en El Socialista, dados los pocos intelectuales que habían dado aquel paso en la época. El Doctor Negrín publicó entonces un artículo en El Socialista que llevaba por título “La democratización de la Universidad”, en el que concluía que la democratización para él equivalía a facilitar el “ingreso de la masa proletaria en la Universidad”, porque de esa manera la actividad intelectual española adquiriría mediante este aporte de jóvenes de las clases trabajadoras “un sentido más humano y una concepción más seria de la vida, mayor virilidad y entereza”, en sus palabras  y quedaría quebrantado “tanto narcisismo infecundo”. Sin embargo, el doctor Negrín no se incorporó al grupo directivo del Partido Socialista (como había sucedido en el caso de don Julián Besteiro, catedrático de Lógica , a la sazón presidente del partido tras el fallecimiento de Pablo Iglesias). No se adscribió tampoco a lo que luego sería la corriente liderada por Francisco Largo Caballero, sino que se mantuvo en una posición netamente “republicana”. Para Negrín el PSOE era entonces “el único partido republicano que existe en España”, en el sentido del único que podía conciliar las fuerzas necesarias para modernizar y europeizar España. Estas afirmaciones las hace en una Conferencia que dio en la Casa del Pueblo de Madrid el 1 de diciembre de 1929 bajo el título de “La Ciencia y el Socialismo”, en la que afirmó “fui republicano desde que tuve sensibilidad política”. Y  añadía: “Ésta fue una razón decisiva para mí” en relación con su ingreso en el Partido Socialista.

Estas afirmaciones lo vinculaban a la minoría republicana de los dirigentes socialistas, en la que destacaba Indalecio Prieto, con quien mantendría una amistad que se enfrió durante la guerra y que acabó con la animadversión de Prieto hacia Negrín a la que luego nos referiremos.

La entrada oficial del doctor Negrín en la actividad política  nacional fue en 1931, siendo elegido diputado a Cortes constituyentes de la II República por la circunscripción de Las Palmas, gracias mas que al apoyo de su entorno social y familiar, al de los obreros del puerto de Las Palmas, que lograron sacar junto al doctor Negrín a otro diputado, su colega el doctor Pascua. La fragilidad de la implantación del PSOE en aquel distrito se puso de manifiesto con su derrota en las elecciones de 1933. Pero entonces podía presentarse un mismo candidato por varias circunscripciones y así resultó elegido por Madrid, en tercer lugar de la lista socialista. Y fue reelegido en febrero de 1936, por lo que estuvo en las Tres legislaturas de las Cortes republicanas. Su participación en ellas se centró como portavoz socialista en la Comisión de presupuestos, contribuyendo al esfuerzo en políticas de enseñanza de la República.

Paralelamente, su dominio de idiomas hizo posible que se le nombrara para diversas representaciones de la nación española en organismos internacionales: la Oficina Internacional de Trabajo, Sección de la Sociedad de Naciones con sede en Ginebra y la Unión Interparlamentaria Europea. Conoce bien las consecuencias de la crisis financiera de 1929 y el auge de los fascismos en Italia y Alemania y los peligros que esto entrañaba. De resultas de todo ello, en 1936 el doctor Negrín era uno de los escasos diputados socialistas que  sabían cuán difícil podría transformarse la estructura del País en las condiciones internas y en el escenario europeo de entonces y apuesta por Indalecio Prieto como el único candidato con la fuerza, la inteligencia y el coraje necesarios para la jefatura del gobierno y consideró como un grave error de Azaña, la designación de Casares Quiroga.

Negrín realizó gestiones con algunos amigos  de los partidos de la derecha para “que evitaran rompimientos irreparables”. Otros intelectuales que habían intentado lo mismo, como el doctor Marañón o el propio Unamuno, se refugiaron en el exilio interior o en el exterior, pero el doctor Negrín apostó por participar activamente con toda su energía e imaginación en una guerra que él había intentado evitar, y así, tras facilitar los traslados a muchos científicos nacionales y extranjeros a lugares seguros en Europa y América, aceptó el nombramiento de ministr de Hacienda el 4 de septiembre de 1936 en el nuevo gobierno presidido por Largo Caballero., bajo la indudable indicación de Prieto. Negrín tenía una visión estratégica de la Hacienda republicana con dos funciones: una función nacional, la de proveer de fondos al esfuerzo de guerra de la República y una segunda, la de cumplir con los compromisos financieros contraídos por la República antes de 1936. Ambas funciones requerían de una operación fundamental: la de contar con las necesarias divisas extranjeras. Esta opción le llevóa tomar dos decisiones estratégicas y necesarias que fueron muy discutidas y marcaron su figura para muchos: Por un lado el control de las fronteras y puertos republicanos, para lo cual se creó el cuerpo de carabineros de la República, que no gustaba entre otros a algunos anarcosindicalista, por la interferencia que suponía en el control de las mismas por sus milicias, que además controlaban determinados tributos como los procedentes de las exportaciones de cítricos,  y, por otro lado, el debatido asunto del Oro de Moscú.

Pare este asunto de las Reservas de oro, un economista nada cercano a Negrín, citado por Juan Marichal le relató que Negrínreunió a los técnicos del Ministerio de Hacienda y éstos estuvieron de acuerdo en el derecho de un gobierno  a disponer de sus reservas metálicas para hacer frente a una situación como la creada por la guerra. La eficacia y firmeza de Negrín en el ministerio de Hacienda y su contribución al esfuerzo de la guerra, fue el que decidió a Azaña a confiar al Doctor Negrín, la presidencia del Gobierno republicano tras la crisis de mayo de 1937. Y aquí empieza lo que Juan Marichal ha calificado “la segunda revelación de una capacidad insospechada para el gobierno, tras la primera de Manuel Azaña en el otoño de 1931.

La capacidad de concepción internacional, global diríamos ahora, de Negrín se puso patente em la sesión de la Sociedad de Naciones de septiembre de 1937  en la que Negrín acudió a Ginebra cono jefe de la Delegación de la República Española, dándose cuenta de la dimensión internacional del conflicto. El doctor Negrín pronunció un histórico discurso en francés que fue alabado por su forma y por su contenido por la prensa internacional. La tesis central de su discurso fue mostrar que el problema español había de verse como un preludio de lo que se avecinaba en toda Europa y aconsejaba, sabiamente a sus oyentes que se preparasen para un futuro sombrío. Un periodista español destacado en Ginebra alabó el “empaque con que el doctor Negrín lo ha leído” y la “elegante pronunciación de nuestro compatriota”.

Dentro de su despliegue diplomático, al día siguiente, Negrín ofreció un almuerzo a los demás miembros del Consejo de la Sociedad de Naciones, sentados a sus costados el ministro ingés Eden y el francés Delbos. El mismo periodista testigo de aquellos acontecimientos escribió que la relación de Negrín con ambos ministros 2 ha adquirido un tono muy difícil de lograr para otro hombre que no fuera el jefe del Gobierno español” y poco más adelante afirma: “el doctor Negrín constituye el mejor argumento contra todas las campañas que han intentado mermar la significación de la República”.  De Ginebra vuelve un Negrín y una causa republicana muy reforzados. Él mismo, como muchos ciudadanos europeos y en el mundo entero pudieron sentir que la causa republicana representaba una batalla importante dentro de la guerra que se libraba ya contra el nazismo y el fascismo  a nivel mundial o al menos de Europa. La responsabilidad republicana española, por tanto era muy considerable. Sostenerse en pie –“resistir”, como se diría desde 1938 era defender ya a Europa en una guerra general, que podía comenzar en cualquier momento. Este clima perduró entre septiembre de 1937 y julio de 1938 cuando comenzó la Batalla del Ebro, como correlato militar de esta estrategia de resistencia.
Sin embargo en Europa eran otras las estrategias que dominaban en las democracias occidentales. El 29 de septiembre de 1938 se celebró la Conferencia de Munich en la que Francia e Inglaterra permitían a Hitler la anexión de los sudetes pertenecientes a Checoslovaquia, abriendo la expansión de Alemania que ya había comenzado con la anexión de Austria.
El 21 de septiembre de 1938 intuyendo lo que pasaba en Europa propuso la retirada de los combatientes de  las Brigadas Internacionales, a cambio de que Italia y Alemania retirase sus unidades regulares y su apoyo directo descarado al bando franquista. Negrín ejecutó la retirada de las Brigadas Internacionales y pidió que una comisión de la Sociedad de Naciones presenciara la salida de los últimos brigadistas de España. El 17 de Octubre de 1938, se celebró en Barcelona un homenaje a los brigadistas en la que el pueblo de Barcelona despidió masivamente a los interbrigadistas.
A fines de 1938, poco antes de la retirada del Ebro y del inicio de la última ofensiva del ejército franquista contra Cataluña, Negrín encargó a Ignacio Hidalgo de Cisneros una última misión desesperada a Moscú para solicitar el envío rápido de material bélico para la República. Le entregó tres cartas escritas en ruso de su puño y letra para Kalinin, Stalin y Vorochílov ministro de defensa, donde daba cuenta de la petición de ese material que fue valorado en 103 millones de dólares. El gobierno soviético acordó enviarlo, aunque consideraba que las reservas de crédito contra el oro del Estado español estaba ya prácticamente agotado. Le material fue embarcado en Murmansk en siete buques soviéticos. Los dos primeros llegaron a Burdeos, pero el gobierno francés retrasó su traslado por territorio francés, así que cuando el material comenzó a llegar, ya no había capacidad ni espacio para montar los aviones que llevaban, etc.
Tras la retirada de Cataluña, Azaña se refugió en Francia y ya no regresó al Centro, cosa que sí hizo Negrín. Azaña dimitió en París, lo que propició quemlos gobiernos francés e inglés, consumando su traición a la república española, reconocieran al Gobierno de Franco cuando aún el presidente Negrín estaba en Madrid.
Pero las democracias occidentales cedieron en la citada Conferencia de Munich y la suerte de la república española quedó echada.

A pesar de ello Juan Negrín se apoyó en los sectores militares, políticos y sindicales que con más eficacia y energía se pusieron de su lado, que fueron sectores amplios del socialismo y los comunistas. Negrín Acuñó una frase muy definitiva: “La guerra se pierde da unos la guerra por perdida”. El resto de la historia es conocida. El golpe de Estado de Casado respaldado por Besteiro y por el anarcosindicalista Mera, cuando el Gobierno estaba reunido en Elda el 6 de marzo de 1936. Saliendo hacia el exilio desde el aeródromo de Monóvar el día siguiente.

Al final de la contienda se instaló en Francia, de donde se trasladó a Londres, donde continuó presidiendo el Gobierno de la República en exilio hasta 1945. Sin embargo, la mayoría de los partidos políticos y diputados a través de la Diputación Permanente desconocieron la legalidad de un Gobierno en el exilio en julio de 1939, poniendo en cuestión la gestión del Servicio de Evacuación y creando una Junta de Auxilio a los Refugiados, cuya actuación ha sido objeto de fuertes críticas.

Trasladado a México con ocasión del final de la Guerra Mundial, sus divergencias con Indalecio Prieto y Diego Martínez Barrio provocaron su dimisión ante las Cortes en el exilio. Negrín y una treintena de socialistas fueron expulsados del PSOE el 23 de abril de 1946, aunque fueron rehabilitados en el Congreso Federal socialista de 2008. Después de pasar un tiempo en el Reino Unido, fijó su residencia definitiva en Francia. En 1947 el doctor Negrín publicó en el Herald Tribune de París unos artículos que produjeron conmoción entre los exiliados españoles. En  ellos pedía a Estadis Unidos y a los administradores del llamado Plan Marshall, que estudiaran los medios de incorporar a España al grupo de naciones que debían recibir los beneficios de la ayuda norteamericana. Esto demostraría que, contrariamente a su imagen de subordinado a los comunistas y a la URSS, Negrín actuó siempre teniendo en cuenta los intereses del sufriente pueblo español.
Falleció en París a la edad de 64 años, de una dolencia cardíaca. Está enterrado en el cementerio del Père Lachaise. Dejó dispuesto que su muerte se anunciara dos días después, y que sobre su lápida no se escribieran más que sus iniciales: "J.N.L."

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