sábado, 22 de marzo de 2014

"LA MEMORIA EN RETAZOS" Santiago Carrillo escribe sobre Suárez






Adolfo Suarez y Santiago Carrillo, coinciden en ser, dos de los principales artífices del paso de la distadura a la democracia en España a partir de 1976, que lideraron necesarias etapas de lealtades y consensos entre diferentes, y que posteriormente sufrieron la derrota y la relegación política, arrinconados por propios y ajenos. Santiago Carrillo murió hace un año y seis meses, lúcido hasta el final y Adolfo Suarez lo ha sobrevivido apenas 18 meses, aunque lleva más de 10 años atacado por el Alzheimer. Ahora recuperamos aquí, la Memoria conque Santiago Carrillo apuntaba en breves trazos sus impresiones y recuerdos del Adolfo Suárez de la Transición, proceso histórico que unió a a ambos. De héroes, traidores y líderes imperperfectos, pero necesarios.


¿Cómo veía Carrillo la trayectoria política de Suárez? “La figura de Suárez ha sido muy singular. Habiendo empezado a hacer política en el régimen franquista, siempre, desde que le conocí, me dio la impresión de ser un hombre que estaba convencido de que su destino era restablecer la democracia. Esa impresión la extraje de toda su conducta en la transición: la firmeza de su comportamiento, la lealtad a su palabra en las relaciones con la izquierda. Y el odio del que fue objeto por los ultras del franquismo. Confieso que desde que le conocí fue uno de los líderes de la transición que me pareció más digno de confianza, aunque en algunos momentos su política pareciera errática y vacilante. 

Suárez había gobernado ya precariamente en la primera legislatura, haciendo consensos con la izquierda, y en ese periodo lo hizo muy bien. Pero , en la segunda, los poderes fácticos y la derecha de su partido le tenían sometido a una fuerte presión para que dejara de consensuar con la izquierda. Comenzó su discurso de investidura poniendo fin a la política de consenso y anunciando que iba a aplicar el programa de su partido, la UCD. Su situación se tornaba así más crítica en una Cámara en la que no tenía mayoría y en su propio partido, en el que una parte sufría el tirón del PSOE y otra, más numerosa el de la derecha de Fraga(...). 

En esa legislatura yo pensaba que Suárez seguía siendo necesario en una democracia todavía muy frágil. Pero en realidad Suárez estaba ya muy bloqueado en su propio partido y tenía las manos atadas para tomar iniciativas audaces.

Su dimisión y su ruptura con la derecha para formar el Centro Democrático y Social me llevaron a recuperar la confianza en la firmeza de su paso a la democracia..."


Febrero de 1983 “Comentando la situación, Suárez llegaba a la conclusión, compartida por mí, de que era conveniente colaborar para que se desarrollara un partido de Centro, nítidamente democrático, que disputase esa zona de la sociedad a la derecha y que se recuperase y fortaleciese el PCE, con su política eurocomunista; dos condiciones que ambos considerábamos necesarias para la seguridad de la democracia y su desarrollo y profundización.(…)”

En aquel momento a Suárez se le veía preocupado por la debilidad del Gobierno socialista ante militares sobre los que había razones para pensar que no habían abandonado sus inclinaciones golpistas. Ahora pienso que para esa fecha Felipe González ya se había decantado por la OTAN y por la política atlantista, como la vía fácil para dar al ejército una perspectiva profesional que le distrajera de su inclinación histórica a intervenir en la política interna, como si se tratara de un partido político armado destinado a tener la última palabra en las contiendas nacionales.” [Esto me recuerda que puede aplicarse a la actual situación de ETA]

En las elecciones legislativas de 1986, Adolfo Suárez consiguió llevar al Congreso a una veintena de diputados. El CDS no tenía muchas simpatías ni en la derecha ni en el PSOE; chocaba con la fuerte inclinación bipartidista de ambos. Yo que siempre había dudado de la dimensión electoral de eso que se llama el centro social, pensaba que en las circustancias de España sería positiva la existencia de un partido de centro progresista como el que podía encabezar Suárez. Quizá influido por el recuerdo de la UCD de la transición, que a mi manera de ver había sido muy positivo. Aquella UCD nunca llegó a ser el representante orgánico de la derecha social española, que terminó descomponiéndola..

Aunque Suárez y yo hemos pasado largas temporadas sin vernos, siempre hemos mantenido una relación amistosa y cordial. Y cuando nos hemops encontrado, al comentar la situación política nuestros análisis han coincidido en muchos aspectos. Recuerdo una entrevista a mediados de los años noventa, en una situación bastante confusa en que, refiriéndonos a lo que considerábamos falta de buen sentido de los políticos en activo y con mando en plaza, llegamos a la conclusión de crear con algunos ya retirados un grupo reducido de personas de  "buen sentido" que en un momento excepcional pudiéramos  publicar artículos...la idea no llegó a concretarse nunca [Qué lástima]

Adolfo Suárez volvió a mostrarme su amistad en el acto de entrega de la medalla de la Universidad Carlos III, presidido por el rector Gregorio Peces Barba, con un cálido discurso que me emocionó.

Independientemente de los avatares de la política y de la vida, creo que seguiré viendo a Adolfo Suárez como el hombre que se lo jugó todo en la empresa de abrir las puertas a la democracia en España."


Santiago Carrillo “La memoria en retazos”, marzo de 2003, pp. 31 y ss.