martes, 9 de diciembre de 2014

EL PROCESO CONSTITUYENTE QUE VIENE. SU NECESIDAD SIN RENUNCIAS NI ADANISMOS, CON EL PROTAGONISMO CIUDADANO



Transcurridos 36 años, según algunos aún no estamos en condiciones de dejar de renunciar, como se hizo en 1978, al mito de la Revolución, al ideal de la igualdad, a la conciencia de justicia, al ideal republicano, a la memoria y dignidad y reparación a las víctimas, o sea al triunfo absoluto de la Justicia, que sólo podrá realizarse con un Proceso Constituyente impulsados por las mayorías ciudadanas, que se diera en condiciones de absoluta de libertad y democracia y sin reacciones y defensas numantinas de un Régimen de lo posible hace 36 años que además se ha devaluado y degradado, convirtiéndo a sus ciudadanos en súbditos de la Troika y de las corporaciones transnacionales a través de la hipertrofia de una deuda impropia. Para participar desde nuevas bases en la construcción de una nueva Europa de los Ciudadanos.


Construir un futuro justo y libre
(Para otros la regalada historia)

“Cuando los golpistas irrumpen la sesión de investidura Carrillo desobedece la orden genérica de tumbarse y permanece en su escaño mientras los guardias civiles disparan sobre el hemiciclo, y dos minutos más tarde desobedece la orden concreta de uno de los secuestradores y permanece en su escaño mientras finge tumbarse. Como el de Suárez, como el de Gutiérrez Mellado, el de Carrillo no es un gesto azaroso ni irreflexivo: con perfecta deliberación Carrillo se niega a obedecer a los golpistas…Es un gesto de coraje, un gesto de gracia, un gesto de rebeldía, un gesto soberano de Libertad”

“Como el de Suárez, el gesto de Carrillo es también un gesto histriónico: Carrillo es un político puro, igual que Suárez, y por tanto un actor consumado, que elige morir de pie con un gesto elegante, fotogénico, y que siempre dijo que no se tiró bajo su escaño en la tarde del 23 de febrero por la misma razón escénica, representativa e insuficiente que Suárez siempre alegó: él era el secretario general del partido comunista y el secretario general del partido comunista no podía tirarse. Como el de Gutiérrez Mellado, el gesto de Carrillo es un gesto militar y toda su biografía lo había preparado para un momento así: Se crió en una familia de revolucionarios profesionales, desde que tenía uso de razón era un revolucionario profesional, en su juventud fue encarcelado varias veces, se enfrentó con pistoleros políticos, sobrevivió a una condena a muerte, conocía el fragor del combate, la brutalidad de tres años de guerra y el desarraigo de cuarenta de exilio y clandestinidad….”

“Como Gutiérrez Mellado, Carrillo pertenece a la generación que hizo la guerra; como Gutiérrez Mellado, Carrillo no creyo en la democracia hasta muy vanzada su vida, aunque defendiese durante la guerra una República democrática; como Gutiérrez Mellado, Carrillo participó de joven en un levantamiento armado contra el gobierno de la República, la revuelta de Asturias, de cuyo comité revolucionario formó parte cuando apenas contaba diecinueve años…”

“A partir del momento en que se inició la transición y los comunistas empezaron a desempañar un papel decisivo en ella, Carrillo obró como si lo hubiera sido, [Un error la revolución de Asturias de 1934], desactivando los mecanismos ideológicos y políticos que pudieran conducir a la repetición del error, un poco al modo en que su llegada al gobierno, Gutiérrez Mellado se aplicó a desactivar los mecanismos ideológicos y políticos del ejército que, cuarenta años atrás había provocado la guerra. No sólo eso: Carrillo –y con él toda la vieja guardia del Partido Comunista- también renunció a ajustar cuentas con un pasado oprobioso de guerra, represión y exilio, como si considerase una forma de añadir oprobio al oprobio intentar ajustarles las cuentas a quienes habían cometido el error de ajustar las cuentas durante cuarenta años, o como si hubiera leído a Max Weber y sintiese como él que no hay nada más abyecto que practicar una ética que sólo busca tener razón y que, en vez de dedicarse a construir un futuro justo y libre , obliga a ocuparse en discutir los errores de un pasado injusto y esclavo con el fin de sacar ventajas morales y materiales de la confesión de culpa ajena.

“Al frente de la vieja guardia comunista, durante la transición y para hacer posible la democracia Carrillo firmó con los vencedores de la guerra y administradores de la dictadura, sino porque las recordaba muy bien y estaba dispuesto a cualquier cosa,  para evitar que se repitieran, siempre y cuando los vencedores de la guerra y administradores de la dictadura aceptasen terminar con ésta y sustituirla por un sistema político que acogiese a vencedores y vencidos y que fuese en lo esencial idéntico al que los derrotados habían defendido en la guerra .” [La República traicionada por enésima vez por la degradación del Régimen del 78]

“…Porque lo que la justicia dictaba a la muerte de Franco era el retorno a la legitimidad republicana conculcada cuarenta años atrás por un golpe de estado y la guerra subsiguiente, el juicio de los responsables del franquismo y la completa reparación de sus víctimas; Carrillo renunció a conseguir todo eso, y no sólo porque careciera de fuerza para conseguirlo, sino también porque entendía que a menudo los ideales más nobles de los hombres son incompatibles entre sí y en aquel momento tratar de imponer en España el triunfo absoluto de la justicia era arriesgarse a provocar la absoluta derrota de la libertad.”

“Lo relevante, lo políticamente relevante, es que, dado que las decisiones que adoptó propiciaron la creación de un sistema político más justo y más libre que cualquiera de los que había conocido España en su historia, y en lo esencial idéntico al que fue derrotado en la guerra (…) al menos en este punto la historia le ha dado la razón a Carrillo, cuyo gesto de coraje y gracia y libertad y rebeldía…, es el gesto de un hombre que tras haber combatido a muerte la democracia la construye como quien expía un error de juventud, que la construye destruyendo sus propias ideas, que la construye negando a los suyos y negándose a sí mismo, que se apuesta entero en ella, que finalmente decide jugarse el tipo por ella.”

Transcurridos 36 años, según algunos aún no estamos en condiciones de dejar de renunciar, como se hizo en 1978, al mito de la Revolución, al ideal de la igualdad, a la conciencia de justicia, al ideal republicano, a la memoria y dignidad y reparación a las víctimas, o sea al triunfo absoluto de la Justicia, que sólo podrá realizarse con un Proceso Constituyente,  que se diera en condiciones de absoluta de libertad y democracia y sin defensas numantinas de un Régimen que ha devaluado y degradado a sus ciudadanos a súbditos de la Troika y de las corporaciones transnacionales a través de la hipertrofia de una deuda impropia.