Carlo Maria Cipolla, (1922-2000) historiador económico italiano. Nacido en Pavia, se graduo en 1944 en su Uniersidad con una tesis doctoral sobre explotaciones agrarias en el Valle del Po.
A través de la historia económica, con un enfoque humanista de la
misma, mostró un mayor interés en las causas que han provocado
determinadas situaciones económicas y sociales a lo largo de la
historia, que por hechos materiales y cifras concretas. Fue también
conocido por sus artÃculos sobre la superpoblación y sus ensayos sobre la estupidez humana. En su juventud, Cipolla querÃa ser profesor de historia y filosofÃa , y debido a eso ingresó a la facultad de ciencia politica de la Universidad de PavÃa. Mientras estudiaba ahÃ, gracias al profesor
Franco Borlandi, un especialista en historia económica medieval,
descubrió su pasión por la historia de la economÃa. Consecuentemente
amplió sus estudios en la Universidad de ParÃs, para licenciarse más tarde en la London Schol of Economics, en 1948.
Obtuvo su primer puesto de profesor de historia económica en Catania a la edad de 27 años, dando inicio a una larga carrera académica en Italia (Venecia, Turin, PavÃa, Pisa y Fiesole) y en el extranjero. En 1953 Cipolla viajó a los Estados Unidos por el Programa Fulbright y en 1957 se convirtió en profesor visitante en la Universidad de Berkeley (California), de la que dos años más tarde pasó a ser catedrático. Cipolla fue recibido como miembro en varias academias prestigiosas y en 1995 recibió el premio Balzan.
"TeorÃa de la estupidez
Cipolla exploró el controvertido tema de la estupidez formulando su famosa TeorÃa de la Estupidez, expresada por primera vez en su ingenioso panfleto de 1988 titulado Allegro ma non troppo.
En este escrito Cipolla desarrolla una visión de la gente estúpida
como un grupo más poderoso que grandes organizaciones como la Mafia,
el Complejo Militar Industrial (MIC), o la Internacional Comunista. El
grupo de los estúpidos, sin reglamentaciones, lÃderes o manifiestos,
consigue ejercer un gran efecto con una coordinación increÃble.
En el mismo libro pueden encontrarse las leyes fundamentales de la estupidez:- Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación.
- La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra caracterÃstica propia de dicha persona.
- Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sà misma en el proceso.
- Las personas no-estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso.
- Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir.
- Beneficios y pérdidas que un individuo se causa a sà mismo
- Beneficios y pérdidas que un individuo causa a los otros
- Inteligentes, (Benefician a los demás y a sà mismos)
- Desgraciados, (Benefician a los demás y se perjudican a sà mismos)
- Bandidos, (Perjudican a los demás y se benefician a sà mismos)
- Estúpidos, (Perjudican a los demás y a sà mismos)
Solo para empezar
"La vida es una cosa seria, muy a menudo trágica, algunas veces cómica. Los griegos de la época clásica se daban perfecta cuenta de ello y cultivaban el sentido trágico de la vida. Los romanos, más prácticos en general, no hacÃan de la vida una tragedia, pero la consideraban una cosa seria: por consiguiente, de entre las cualidades humanas apreciaban muy particularmente la gravitas y tenÃan en poca consideración la levitas.
No resulta difÃcil entender ni definir qué es lo trágico, y si a un individuo cualquiera se le ocurre aparecer como una figura trágica no le va a ser difÃcil conseguirlo, si es que la Madre Naturaleza no le ha socorrido ya en su empeño. La seriedad es también una cualidad relativamente fácil de entender, de definir y, en cierto modo, de practicar. En cambio, lo que sà es difÃcil de definir, y no a todo el mundo le es dado percibir y apreciar, es lo cómico. El humorismo, que consiste en la capacidad de entender, apreciar y expresar lo cómico, es un don más bien escaso entre los seres humanos.
Entendámonos: el humorismo chabacano, facilón, vulgar, prefabricado (= chiste) está al alcance de muchos, pero no se trata de auténtico humorismo. Es una deformación del humorismo. El término humorismo deriva del término humor y se refiere a una sutil y feliz disposición mental sólidamente basada en un fundamento de equilibrio psicológico y de bienestar fisiológico. MuchÃsimos escritores, filósofos, epistemologos y lingüistas han intentado repetidas veces definir y explicar qué es el humorismo. Pero dar una definición del humorismo es una cosa difÃcil, por no decir imposible. Tanto es asà que si una situación humorÃstica no es percibida como tal por el interlocutor es prácticamente inútil, y hasta contraproducente, intentar explicársela.
El humorismo es, claramente, la capacidad inteligente y sutil de poner de relieve y destacar el aspecto cómico de la realidad. Pero es también mucho más que eso. En primer lugar, tal como escribieron Devoto y Oli, el humorismo no debe suponer una posición hostil, sino más bien una profunda y a menudo indulgente simpatÃa humana. Además, el humorismo implica la percepción instintiva del momento y del lugar en que puede ser expresado. Hacer humorismo sobre la precariedad de la vida humana cuando uno está junto a la cabecera de un moribundo no es humorismo. En cambio, cuando aquel gentilhombre francés, que subÃa las escaleras que lo conducÃan a la guillotina, tropezó con uno de los escalones y dirigiéndose a los guardianes exclamó: «Dicen que tropezar trae mala suerte», aquel hombre bien merecÃa que se le perdonara la cabeza.
El humorismo está tan Ãntimamente unido a la elección cuidadosa y especÃfica de la expresión verbal con que se manifiesta que difÃcilmente se consigue traducirlo de una lengua a otra. Lo cual significa, además, que está tan imbuido de las caracterÃsticas de la cultura en que se manifiesta, que muchas veces resulta totalmente incomprensible si se traslada a un ambiente cultural diferente.El humorismo es distinto de la ironÃa. Cuando uno es irónico se rÃe de los demás. Cuando uno hace humorismo se rÃe con los demás. La ironÃa genera tensiones y conflictos. El humorismo, cuando es utilizado en la medida justa y en el momento oportuno (y si no se utiliza en la medida justa ni en el momento oportuno no se trata de humorismo), es el mejor remedio para disipar tensiones, resolver situaciones que podrÃan resultar penosas y facilitar el trato y las relaciones humanas.Tengo la profunda convicción de que siempre que se presente la ocasión de practicar el humorismo es un deber social impedir que tal ocasión se pierda."
Fuentes: Carlo Maria Cipolla: "Allegro ma non troppo" , Solo para empezar (Prologo) Traducción de Maria Pons, Grijalbo Mondadori, Barcelona 1998 y Wikipedia.
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